jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº2762

Sociedad | 21 jun 2018

De la URSS a Necochea y de Quequén a Moscú: la historia de Igor Novikov

Es trabajador marítimo y vive en la Ciudad. Junto a otros necochenses viajó a su país natal a vivir el mundial de cerca. Caído el sistema comunista en los noventa se quedó sin trabajo, situación que lo trajo “espontáneamente” a Argentina. Tiene una hija en Rusia y otra, del corazón, en el país. ¿Por quién hincharía en un hipotético cruce de ambas selecciones?


El 8 de diciembre de 1991 se formalizaba la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), hito histórico del siglo XX que no solo reconfiguraría el mapa geopolítico mundial, sino que modificaría la vida de cientos de millones de habitantes pertenecientes a los estados que formaban parte de la coalición comunista construida a partir de la Revolución Rusa en octubre de 1917.

Entre las millones de vidas que cambiaron se encontraba la de Igor Novikov, nacido en Moscú y devenido en quequenense: “Fue una decisión espontánea. Llegué al país sin idioma, sin conocidos, sin plata, sin nada. Tengo profesión en mano, lo que me permitió encontrar trabajo. Soy maquinista naval, trabajé en la compañía estatal más grande del mundo en la Unión Soviética. Cuando se disolvió me quedé sin trabajo y empecé a buscar nuevos horizontes”.

El ruso-necochense vivió medio año en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires antes de arribar a la ciudad en 1995, plenitud de la "fiesta" menemista. A Argentina llegó desde Ucrania, aunque aclara con insistencia que no es ni será de ese país; el nacionalismo en Europa del Este pesa y mucho.

“Acá encontré mi segunda patria. Soy argentino nacionalizado. Mi mujer es argentina y la amo con todo el corazón. Amo el lugar donde vivo y me hice una vida hermosa acá. Mi primer trabajo fue en Quequén y como ayudante de soldador en el Astillero Vanoli. En poco tiempo cambié el trabajo para la empresa estibadora de Guillermo Martínez que actualmente se llama Nequén S.A. A cuatro años de estar en Argentina y cuando pude revalidar algunos papeles marítimos pude empezar a trabajar en compañías pesqueras, entre ellas en Conarpesa, lugar donde trabajo desde hace veinte años, y donde no falto nunca, pase lo que pase”, comenta Igor a Nden.

Ha vuelto varias veces a Rusia a visitar a su familia, entre ellas una hija que vive en Odesa, aunque tiene parientes en Moscú, San Peterburgo y Ucrania. En Argentina está casado con Alejandra, con quien tiene una “hija del corazón”, como suele llamarla. Volver a pisar tierras natales no representó lo mismo que las veces anteriores, no solo por el mundial y sentirse representado por colores de dos camisetas distintas (festejó en la Plaza Roja el triunfo de Rusia ante Egipto), sino porque resultó ser una atracción para medios rusos, argentinos e internacionales, quienes lo llaman e insisten en busca de una nota.

 

Se define “apolítico” pero se muestra reconfortado con el presidente ruso, Vladimir Putín, por haber hecho de su país natal “una fuerza increíble” que se planta ante la oposición internacional.

Una pregunta de color que no podía obviar era sobre su preferencia ante un hipotético cruce en semifinales entre Rusia y Argentina. Con rodeos, autodestaca su “sinceridad”, no le esquiva a la incomodidad: “Si en semifinales toca jugar a Argentina contra Rusia, yo hincharía por Argentina porque es mi segunda patria. Yo nací en Rusia y crecí en la Unión Soviética que era muy diferente, había  muchas nacionalidades. La verdad es que voy a hinchar por Argentina y ojalá que Lio Messi meta muchos goles más”.

Reflexiona sobre Argentina y se emociona. Se le quiebra la voz, aunque se repone y concluye: “Me pone orgulloso y me emociona venir con mi mujer y amigos a Rusia. Yo soy argentino y llevó esto muy profundo en mi corazón. En momentos muy difíciles de mi vida, Argentina me dio techo, comida trabajo y todo. Siempre por delante voy a llevarlo en mi corazón”.

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