Foto: Fran García Nosei
En nuestra ciudad Necochea y en Quequén hace meses que las ballenas dan un espectáculo natural al dejarse ver y quedarse largo tiempo sobre nuestras costas, como parte de su proceso migratorio hacia Puerto Madryn, lugar que eligen para reproducirse.
Foto: Fran García Nosei
Según el Instituto de Conservación de Ballenas, la historia que da origen a la efeméride sucedió el 25 de septiembre del año 2002, cuando Garra (un jóven ejemplar) se enredó en las cadenas del fondeo de un catamarán de avistaje, en la bahía de Puerto Pirámides (Provincia de Chubut). Los guías balleneros y buzos locales fueron los primeros que lo intentaron desenredar. Pero, la imposibilidad de acceder a las cadenas bajo el agua, los llevó a tomar la original decisión de vararla intencionalmente para cortar las cadenas en la playa.
Es muy probable que este juvenil se haya separado de su madre apenas unos días o semanas antes de quedar atrapado. Típicamente, las ballenas francas pasan el primer año de vida junto a sus madres, amamantando y aprendiendo de ellas. La curiosidad e inexperiencia de los juveniles hace que sean especialmente vulnerables a diversas amenazas.
“Garra” afortunadamente sobrevivió a pesar de las heridas y el estrés sufrido, y fue re-avistado en 2006. Las ballenas juveniles parecen disfrutar del contacto con algas marinas, con las que frecuentemente juegan frotándolas sobre sus cuerpos sin ningún riesgo. Sogas y cadenas tal vez sean igualmente atractivas pero pueden ser letales. Garra comenzó su vida como ballena independiente de manera bastante alarmante.
Esta historia es un poderoso llamado de atención sobre el peligro que representan estos elementos. Es fundamental liberar el mar de redes y sogas que lastiman y ahogan a miles de ballenas, delfines, tortugas y otras especies marinas. Para ello, es necesario entender las necesidades de hábitat de las ballenas a través de la investigación y los monitoreos anuales, como los que lleva el Instituto de Conservación de Ballenas en forma conjunta con Ocean Alliance desde hace cinco décadas.
Su supervivencia demuestra cómo el esfuerzo colectivo, en este caso, de toda la comunidad de Puerto Pirámide, tiene un rol esencial en la conservación de las ballenas en nuestros mares.
"Hoy más que nunca, es necesario que el sentido de comunidad ayude a superar la crisis actual, para volver a celebrar el Día Nacional de la Ballena Franca con las costas de Península Valdés como escenario natural" expresó en su web el Instituto de Conservación de las Ballenas.
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