En una entrevista con NDEN, Lula nos comparte su experiencia como emprendedora, los desafíos de crear una marca con sello local y cómo logró llevar sus creaciones de la costa atlántica a todo el país.
Lula nació en Tandil, vivió en Lobería pero se mudó a Necochea cuando tenía solo 5 años, y es aquí donde forjó su identidad como emprendedora. La historia de Kai Diseño Libre comienza al regreso de una etapa vivida en San Juan, donde estuvo durante 8 años. Al regresar, y tras vivir en Arenas Verdes, se encuentra con una oportunidad inesperada.
“Kai nació al regreso de vivir 8 años en San Juan. Me volví a Arenas Verdes porque a mi mamá le surgió el alquiler de la proveeduría. Ahí viví y trabajé con ella. Hice una temporada, pero luego llegó el invierno y el lugar quedó vacío. Fue entonces cuando conocí a Cristián Hoyo, dueño de Sol a Sol, quien me sugirió hacer ponchos de playa. ‘No hay marcas nacionales de buena calidad, y vos sos diseñadora, hacelo’, me dijo. Y ahí surgió la idea. Arenas Verdes tenía mucho turismo surfero y el producto encajaba perfecto”, cuenta Lula con una sonrisa que refleja la pasión que tiene por lo que hace.
El nombre de la marca, Kai, tiene un significado especial. En hawaiano, Kai significa "mar", lo que para Lula era una referencia directa a su vida junto a la playa y las olas.
“Pensé a futuro, muy visionaria, y registré la marca. Quería que pudiera exportarse, por eso elegí un nombre que fuera fácil de recordar y con resonancia internacional. La bandera de Argentina está presente en todas las prendas, porque mi marca tiene un fuerte sello nacional, aunque mi idea original era exportar. Finalmente, nunca se dio, pero siempre mantuve ese concepto”, explica sobre la elección del nombre y cómo, desde sus inicios, su visión estuvo orientada a proyectar la marca más allá de las fronteras locales.
Los primeros pasos de Lula en el mundo de la moda no fueron sencillos. Empezó con pocos recursos, pero con mucha determinación y la ayuda de su red de amigos, logró superar los obstáculos iniciales.
“Al principio, arranqué sola, comprando tela por metro, cortando a tijera. Algunas amigas me ayudaban. La vida sin amigos no existe, lo afirmo siempre. Después me regalaron una máquina eléctrica para cortar tela, y empecé a comprar rollos de diferentes colores. Siempre quise ofrecer variedad y calidad. Empezamos de a poco, pero siempre con la idea clara de que lo íbamos a lograr”, recuerda Lula con nostalgia.
El primer local de Kai Diseño Libre se abrió en Quequén, en la localidad de Monte Pasubio, un lugar con poca infraestructura pero mucha potencialidad, y donde Lula sentía que el mar le daba la inspiración necesaria. Allí, su primer local no solo fue un reto físico, sino también logístico.
“En ese primer verano, comencé en un pequeño lugar, casi en la arena. Enzo me dijo ‘empecemos con esto y luego vemos qué pasa’. Yo sentía que ese era mi lugar, mirando el mar. Y conocí a Beto, hoy mi compañero. Él me decía ‘es imposible’, pero lo hicimos. Armamos el local entre amigos, con carretillas, y con la ayuda de la gente que nos apoyaba, lo hicimos real. A veces parecía una locura, pero hoy ese local sigue siendo parte de nuestra historia”, explica sobre cómo se gestó su primer espacio comercial, que rápidamente se convirtió en un lugar emblemático para los turistas y locales.
Este 2024, Kai Diseño Libre celebra su consolidación con una expansión significativa: la apertura de un nuevo local en el corazón de la Villa Balnearia de Necochea. La nueva tienda está ubicada en la Peatonal 83 entre 2 y 4, en la Galería Las Golondrinas, Local 20, un punto clave en la ciudad que refleja el crecimiento de la marca y su vinculación con el espíritu local.
“Fue idea de Beto, mi pareja, quien me dijo que había que dar el siguiente paso. Yo sigo siendo la diseñadora y mi socio inversor se ocupa de la parte operativa. Hoy estamos felices de abrir un local en Necochea, en pleno centro, en la Galería Las Golondrinas. Estamos muy emocionados con este nuevo desafío”, comenta Lula, orgullosa de su crecimiento.
A lo largo de su carrera, Lula ha aprendido que el camino del emprendimiento está lleno de sacrificios, pero también de grandes satisfacciones. Para ella, el secreto está en la perseverancia y en mantener el enfoque.
“Emprender es complicado. Al principio vivía de eso, y no podía meter toda la ganancia al negocio. Me costó el doble porque no tenía respaldo económico. Pero estoy muy orgullosa de lo que logré. Hoy veo a personas con mis ponchos en la playa, y eso me emociona profundamente. Todo sacrificio tiene su recompensa”, asegura, mirando con orgullo lo que ha construido.
Lula también ofrece su experiencia a quienes están pensando en emprender. Su mensaje es claro: perseverancia, pasión y paciencia.
“Emprender tiene sus contras, como la inestabilidad y el esfuerzo constante. Pero la satisfacción de crear algo que te apasiona no tiene precio. Yo recomiendo emprender, pero con perseverancia, paciencia, constancia, y sobre todo, con amor. Todo lo que se hace con amor al final da frutos”, concluye, demostrando que su éxito no es casualidad, sino fruto de años de trabajo constante.
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