Ante las denuncias, el equipo de Guardaparques se comunicó con los responsables del área de Servicios Públicos del municipio. En una conversación con Julián Zugazúa, director de Guardaparques, se detalló que la tala fue ordenada por la Directora Forestal Andrea Frigerio, quien personalmente marcó los árboles a cortar. Además, se reconoció que la maquinaria utilizada, en lugar de ser más cuidadosa, dejó huellas profundas en el suelo, dañando las raíces de los árboles cercanos. Zugazúa mencionó que se solicitaría el uso de un tractor para evitar más daños, aunque la medida ya había causado incomodidad entre los ciudadanos.
Tres días después, el 15 de julio, el conflicto se intensificó con nuevos informes sobre talas adicionales en la calle Las Coníferas del parque. Esta vez, se registraron entre 15 y 16 árboles talados, muchos de ellos de la primera línea (cortina) de vegetación, lo que pone en riesgo la estabilidad de los árboles cercanos. En las fotos proporcionadas por los vecinos, se observaban huellas del carro municipal, lo que confirmaba que la maquinaria utilizada no fue apropiada para el tipo de trabajo.
En total se calculo más de 30 ejemplares talados. Sin aviso, justificación, ni fotografías que demuestren el estado previo al corte.
La crítica de la comunidad es aún más fuerte cuando se recuerda que, en la Mesa de Consenso del Parque, celebrada el 31 de marzo, se había acordado que todos los cortes deberían ser informados y consensuados previamente con las organizaciones ambientales y los habitantes del distrito. Sin embargo, los cortes de julio se llevaron a cabo sin previo aviso, lo que deja una sensación de desconfianza y frustración entre los ambientalistas.
En los días posteriores a estos hechos, se sigue cuestionando a las autoridades municipales, principalmente al Secretario de Planeamiento, Obras y Servicios Públicos, Juan Manuel De La Calle, y a la Directora Forestal, Andrea Frigerio, como principales responsables de las decisiones que afectan al parque. La sensación generalizada es de impotencia, ya que las promesas de preservar este espacio verde se ven socavadas por las acciones del mismo municipio que debería protegerlo.
Como respuesta a las críticas, desde el grupo "El Parque No Se Vende" se expresó la indignación por la falta de información y transparencia, asegurando que no se respetaron los acuerdos alcanzados en las mesas de trabajo previas. Las voces del movimiento ambientalista no se callan, y la comunidad sigue exigiendo respuestas claras. En caso de que las talas continúen sin la debida justificación, se estudian posibles acciones legales.
Los vecinos y vecinas siguen atentos, comprometidos en cuidar uno de los principales patrimonios naturales de Necochea, el Parque Miguel Lillo, mientras continúan buscando respuestas claras de las autoridades municipales.