La misa central fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, quien destacó el valor de la peregrinación como gesto de amor y compromiso con los que más sufren. “Hoy nosotros también te venimos a decir que necesitamos de tu amor de Madre, ese amor que cura, que no juzga, que nos levanta y nos anima en la esperanza”, expresó el prelado ante una basílica colmada.
En su homilía, García Cuerva advirtió que “hay muchos hermanos en nuestro país que ya no tienen fuerzas para seguir, no encuentran sentido al camino de sus vidas y han detenido su marcha. Les pesa demasiado la pobreza, las consecuencias del narcotráfico, las enfermedades, la soledad”. Y añadió: “Por ellos también peregrinamos, los traemos en la mochila del alma, porque no queremos ser un pueblo indiferente ante tanto dolor, ni tampoco dejarnos ganar por la impotencia del ‘no se puede’”.
El arzobispo llamó a reconstruir la fraternidad entre los argentinos y a rechazar las propuestas facilistas, en clara alusión al clima político actual: “Le decimos a la Virgen de Luján que como pueblo no nos vamos a detener a pesar de las piedras y dificultades del camino, tampoco vamos a ir por atajos tramposos con propuestas facilistas y superficiales que nos prometen espejitos de colores”.
En declaraciones radiales previas a la celebración, García Cuerva alertó sobre el avance del “narcoestado”, al referirse al asesinato de las adolescentes Brenda Del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, ocurrido días atrás. “Los argentinos nos merecemos algo mucho mejor, desligarnos de esta problemática”, sostuvo, y remarcó: “Cuando el Estado se retira de los barrios, lamentablemente la situación se torna muy compleja y avanza lo que llamamos el ‘narcoestado’”.
En ese sentido, el arzobispo describió estos crímenes como “la expresión de todo un submundo ligado a drogas, violencia y comercio de armas que indudablemente sale a la luz con hechos tan desgraciados como este. Nos tenemos que ocupar seriamente como país”.
García Cuerva enfatizó además la responsabilidad del Estado en la prevención de estos hechos y en la asistencia social: “La ausencia de políticas sociales y de seguridad integrales deja a las comunidades más vulnerables del conurbano completamente desamparadas ante el avance de las organizaciones criminales”.
Finalmente, el arzobispo porteño cerró su mensaje con un llamado a la esperanza y al compromiso cotidiano: “Podremos detener nuestros pies para descansar, pero no detendremos el corazón, porque estos corazones volverán a sus hogares movilizados por el amor de una Madre que nunca nos deja solos y nos anima a caminar con esperanza”.