Tania, la hija de la mujer, relató a medios nacionales que la última vez que habló con su madre fue el sábado por la noche. “Me mandó un audio diciéndome ‘te amo’. Después no hablamos más”, contó. Al día siguiente, los mensajes ya no le llegaban. “Le hice una carga a su teléfono y no le llegan. Es raro, mi mamá siempre avisa”, explicó con preocupación.
La joven recordó que su madre siempre estaba en todos los cumpleaños y que su ausencia en el festejo de su hermano mayor encendió las alarmas. Débora vive en Parque Villa Cacique, un pueblo cercano a Tandil, y había viajado a Necochea para pasar el fin de semana con su pareja, Ángel Andrés Gutiérrez.
La denuncia por su desaparición fue realizada por un sereno del camping, que notó que la mujer no había registrado su salida. A su vez autoridades del Miguel Lillo confirmaron la rotura de un alambrado suponiendo que la pareja habría escapado por ese sector.
Sin embargo, las fuerzas de seguridad demoraron casi 24 horas en desplegar el operativo y nunca difundieron su imagen para la búsqueda de su paradero.
Fuentes judiciales confirmaron que personal del camping detectó además escenas compatibles con violencia de género en las grabaciones de seguridad. Algo que en primera instancia el concesionario del lugar había negado.
Además, el detenido presenta lesiones compatibles con maniobras defensivas, según el examen forense.
La jueza de Garantías Aída Lhez avaló su detención tras valorar pruebas vinculadas a la violencia de género, en tanto, Gutiérrez fue imputado por homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género, y se negó a declarar.
Cabe destacar que se halló ropa con manchas de sangre cerca del predio donde la mujer fue vista por última vez. La hipótesis de un hecho violento toma fuerza, aunque los investigadores no descartan ninguna línea.
El caso generó conmoción en Necochea y reavivó el recuerdo de Magalí Vera, golpeada brutalmente por su pareja en plena vía pública hace un año. Este hecho fue a la vista de vecinos y el recorrido del femicida captado por las cámaras del centro de monitoreo municipal aunque la respuesta también fue tardía.
El último fin de semana, un adolescente fue asesinado en otro episodio de violencia extrema, frente a cámaras y testigos en una zona concurrida de la Villa Balnearia. La respuesta lamentablemente fue la misma: ambulancia con demora de más de 30 minutos , móviles que brillaron por su ausencia y la comunidad quieta, espectante e incluso arengando la violencia.
La función judicial no es preventiva, pero las fuerzas policiales y municipales sí lo son. Y como sociedad, el silencio frente a las alertas también es parte del problema.
La violencia de género no es un hecho individual: es una problemática colectiva. Involucra a las instituciones, a las familias, a los entornos y a toda la comunidad. Cada vez que se llega tarde, no solo falla el Estado: fallamos todos.
Débora Bulacio sigue desaparecida. La investigación continúa, y Necochea vuelve a preguntarse: ¿cuántas alertas más hacen falta para reaccionar a tiempo?