

El mural en cuestión ofrece una experiencia visual única con su diseño de 360 grados, permitiendo disfrutar de diferentes perspectivas desde distintos puntos de la ciudad. Según el propio autor, la inspiración para esta obra proviene de sus recuerdos de vacaciones en la costa cuando era niño, capturando la esencia de la felicidad a través de la imagen de dos niños disfrutando de un refrescante chapuzón. Además de honrar la identidad de la ciudad de Miramar, conocida como "la ciudad de los niños", el mural también incluye una representación de los kiwis, producto destacado de la zona.
La obra de Martín Ron ha sido reconocida por su originalidad y poderosa narrativa visual, y se ha destacado entre otros 100 murales de todo el mundo. Sin embargo, su éxito no se detiene ahí, ya que competirá contra los mejores murales del año en diciembre, en busca del título de "Mejor mural del año".
Estos logros representan un importante reconocimiento para el arte urbano y para Martín Ron en particular. El reconocido muralista destaca la importancia de plataformas como Street Art Cities, que brindan visibilidad y nombre a obras que, de otro modo, podrían quedar en el anonimato. Con cada vez más obras reconocidas en diferentes partes del mundo, Martín Ron sigue dejando su marca en la escena del arte urbano y contribuyendo al crecimiento de esta forma de expresión artística.
Aunque su fama se extiende internacionalmente, Martín Ron sigue trabajando en su país natal, donde sus obras reciben amplio reconocimiento. Su último mural en Palermo, que muestra a una niña con mirada curiosa, ya ha cautivado a los transeúntes en la Ciudad de Buenos Aires. Declarado personalidad destacada de la cultura por la Legislatura porteña, Martín Ron es considerado uno de los diez mejores muralistas del mundo y continúa dejando su huella en las calles con su talento inigualable.