

La historia de Silvina Luna se remonta a 2011, cuando una cirugía estética mal practicada por el cirujano Aníbal Lotocki la llevó a padecer una insuficiencia renal. La inyección de polimetacrilato en sus glúteos desencadenó una serie de complicaciones médicas que marcaron su salud de forma irreversible.
Los últimos días de la modelo estuvieron marcados por un agravamiento de su estado durante su internación en terapia intensiva, atribuido a un presunto contagio de coronavirus. A pesar de haber sido intubada nuevamente el jueves pasado, su familia tomó la dolorosa decisión de desconectarla. El abogado Fernando Burlando había afirmado que Luna estaba "realmente luchando por su vida, por su recuperación".
La modelo había experimentado altibajos en su salud durante los últimos años. A pesar de presentar mejorías en julio y la esperanza de ser trasladada a las salas de internación generales, una recaída en agosto la llevó de regreso a terapia intensiva.
El trágico desenlace resalta la importancia de la ética y la seguridad en los procedimientos médicos, y cómo las consecuencias de la mala praxis pueden marcar de por vida a las personas. Silvina Luna deja una historia en la industria del entretenimiento, siendo recordada por su carisma y profesionalismo.