

Raúl Alfonsín, líder radical, fue electo presidente, llevando consigo el símbolo del cambio, la libertad y la restauración de las instituciones democráticas. Después de un período oscuro y siniestro, el acto de votar se convirtió en un acto de poder, en una declaración de independencia contra el terror y la opresión.
La Plaza de Mayo se vio colmada, rebosante de la emoción de un pueblo que ansiaba la libertad, la justicia y la dignidad. Aquel día se reflejó el poder de un país que luchaba por sus derechos, mostrando la valentía y el anhelo de un futuro diferente.
El retorno a la democracia marcó un período de reconstrucción para el país. El presidente electo asumió su cargo en el Cabildo de Plaza de Mayo el 10 de diciembre de 1983, estableciendo así un hito en la historia argentina.
Un gran momento en este camino fue el cierre de campaña de Alfosín donde dijo: "Es un rezo laico y una oración patriótica para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino".
El gobierno de facto de 1976 a 1983 fue uno de los más sangrientos de la historia nacional. Las desapariciones y los crímenes de lesa humanidad se constituyeron en la principal arma del terror que usó la dictadura genocida. Tras 7 años de censura y sin Constitución ni Justicia, la vuelta de un mandato democrático se celebró con una Plaza de Mayo colmada.
El proceso de reconstrucción incluyó el juicio a las Juntas Militares, un acto histórico que llevó a la luz la verdad de los horrores de la dictadura. La sociedad argentina se unió en el compromiso de defender la democracia y abrazar los valores de justicia y libertad.
El retorno a la democracia es una celebración de la participación ciudadana, de la libertad de expresión y de la soberanía popular. La consolidación de las instituciones democráticas y el respeto por los derechos humanos marcaron un nuevo comienzo para Argentina.
El 10 de diciembre de ese mismo año, Alfonsín pronunció uno de los discursos más recordados de la historia argentina, aquel en el que afirmó que “con la democracia no sólo se vota, sino que también se come, se cura y se educa”.
“Los argentinos hemos aprendido a la luz de las trágicas experiencias recientes que la democracia es un valor más alto que el de una mera forma de legitimidad del poder”, explicaba Alfonsín.
La vuelta de la democracia en Argentina estuvo rodeada de dictaduras en los países vecinos: Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay. Por lo que podríamos decir que no sólo fue el padre de la democracia argentina, sino también el padre de la democracia latinoamericana.