domingo 25 de mayo de 2025 - Edición Nº3157

Sociedad | 30 nov 2023

TRADICIÓN

"El mate provoca lo contrario de la televisión"

Hoy se celebra el Día Nacional del Mate. Y ése es un excelente motivo para traer un texto del escritor Hernán Casciari sobre el consumo del mate. “Uno empieza a ser grande cuando toma su primer mate solo”, “el mate provoca exactamente lo contrario que la televisión”, “peronistas y radicales ceban mate sin preguntar”. Lee el texto completo.


En 2004 Hernán Casciari, un escritor argentino (de Mercedes, Buenos Aires) escribió en el marco de la blogonovela “Más respeto que soy tu madre” que fue llevada al teatro por Antonio Gasalla, un excelente texto sobre el mate.

Lalo Mir, en su programa Lalo bla bla lo leyó y se hizo muy conocido, al punto que algunos se lo atribuyen al locutor.

Profundamente arraigado en las costumbres y tradiciones, tomar mate implica mucho más que beber una infusión, es un gesto de amistad y de cordialidad por lo que, asociado a los beneficios que genera para la salud, este año fue instaurado por ley que todos los 30 de noviembre se celebre su día.

La ley, publicada en el Boletín Oficial, hace mención a que se eligió esa fecha en conmemoración del nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas, también conocido como Andresito, el primer gobernador de origen indígena en la historia argentina.

De acuerdo al Instituto Nacional de la Yerba Mate, la infusión tiene propiedades antioxidantes y energizantes, por lo que tomarla también implica incorporar al cuerpo una serie de beneficios para la salud.

Esta combinación de factores sociales, culturales y saludables motivó la sanción de la ley y su publicación este año por lo que mañana será la primera vez que los argentinos conmemoren el Día nacional de su fiel compañero de jornada.

 

El mate

El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate provoca exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien y te hace pensar cuando estás solo. Cuando llega alguien a tu casa, la primera frase es "hola" y la segunda "¿unos mates?".

Esto pasa en todos los hogares, ya sean ricos o pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan. Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.

Cuando conocés a alguien, lo invitás a compartir unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿dulce o amargo?". El otro responde: "como tomes vos".

Los teclados de Argentina y Uruguay tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas.

Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.

Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.

Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez unos mates solos. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones. Yo no me acuerdo de mi día. Nadie se acuerda.

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