

Ese mismo día, Argentina también estaba de luto por la repentina muerte de una figura icónica del humor nacional: Alberto Olmedo. El querido comediante falleció en Mar del Plata tras caer del piso 11 del edificio Maral 39, sumiendo al país en una profunda tristeza. La noticia del trágico accidente de Olmedo, un ícono de la comedia argentina, se sumó a la conmoción provocada por la tragedia en Necochea, creando un día sombrío que quedó marcado en la memoria colectiva de los argentinos.
El 6 de marzo de 1988, la emoción y la adrenalina se transformaron en horror cuando el auto de Edgardo Caparrós se descontroló en la pista, impactando contra un grupo de espectadores y cambiando para siempre el curso de la jornada.
Durante la competencia, un neumático delantero izquierdo del Dodge azul número 4 conducido por Caparrós se reventó, desencadenando una serie de eventos que llevaron a una tragedia inimaginable. El auto se lanzó hacia su izquierda, atravesando una barrera de tierra y chocando contra una casa rodante, un auto estacionado y una carpa antes de dar cinco vuelcos.
El saldo fue devastador: 12 personas perdieron la vida en el acto, incluido el acompañante de Caparrós, Alberto Belloli. Seis días después, otra víctima, Alberto Gómez, se sumó a la luctuosa lista. Además, más de 30 personas resultaron heridas, algunas con lesiones graves.
Las víctimas de esta tragedia fueron:
La noticia conmocionó al país entero y generó un debate sobre la seguridad en las carreras de automovilismo en ruta. Aunque la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) decidió continuar con la temporada 1988, la tragedia de Necochea marcó un antes y un después en la historia del TC.
En un comunicado, las autoridades de la Asociación Corredores Turismo Carretera informaron que “la causa más probable del accidente fue el reventón del neumático delantero izquierdo del auto del piloto Edgardo Caparrós, que luego de realizar una trayectoria ilógica e improbable superó las defensas de tierra arada y alcanzó al público que se encontraba correctamente ubicado detrás de los alambrados”.
La ACTC, que decidió suspender provisoriamente la realización de competencias en rutas o circuitos semipermanentes, también argumentó que era necesario evaluar nuevas medidas de seguridad que contemplen con rigor extremo alternativas de posibles accidentes.
La Municipalidad de Necochea, en tanto, sufrió no solo las consecuencias deportivas de no volver a albergar al TC; también las económicas porque debió hacer frente a una serie de juicios que se produjeron a consecuencia de las muertes.
El expediente original se caratuló “Marcelo Echeverría y otros c/Caparrós Edgardo”. Pero fue el municipio el que debió pagar los 530.507,59 pesos para resarcir a los familiares de las víctimas al no poder responder con su patrimonio los otros condenados: el Club Palermo, entidad que organizó la prueba, y la Asociación de Corredores de Turismo Carretera (ACTC).
Hoy, 36 años después, recordamos a las víctimas y reflexionamos sobre la importancia de la seguridad en el deporte motor. La tragedia de Necochea nos recuerda que, incluso en momentos de celebración y emoción, la precaución y la responsabilidad deben estar siempre presentes.