

Goldin documenta cómo, a pesar de los avances en educación y participación laboral de las mujeres, las brechas de género persisten en múltiples dimensiones. Según datos del GenLAC, la participación laboral de las mujeres en Argentina es 20 puntos porcentuales menor que la de los hombres, y las mujeres que tienen empleo ganan un 25% menos debido a una serie de factores estructurales.
La investigación respaldada por el GenLAC revela que, incluso cuando se comparan personas con la misma ocupación, sector y horas de trabajo, las mujeres ganan significativamente menos que los hombres. Esta disparidad se amplía aún más cuando se considera el efecto de la maternidad. Después de tener su primer hijo, las mujeres experimentan una caída promedio del 35% en sus ingresos y tienden a trasladarse a empleos más flexibles y peor remunerados.
Además, Goldin destaca que la brecha salarial de género va más allá de la simple diferencia de salario por hora. En Argentina, las mujeres trabajan en promedio 10 horas menos por semana que los hombres, en empleos de menor calidad y en empresas menos productivas. Esto se refleja en una mayor tasa de informalidad laboral entre las mujeres y una menor probabilidad de trabajar en empresas grandes.
La inequidad de género en el mercado laboral argentino también se manifiesta en la distribución desigual de las responsabilidades de cuidado. Las mujeres casadas dedican casi tres veces más tiempo a tareas del hogar y de cuidado que los hombres, lo que limita su capacidad para aprovechar su potencial en el mercado laboral y contribuir plenamente a la economía.
Para abordar estas disparidades, Goldin enfatiza la necesidad de políticas inclusivas que promuevan la igualdad de género en todos los niveles. Esto incluye medidas para fomentar una distribución más equitativa de las responsabilidades de cuidado, así como políticas que promuevan la igualdad de oportunidades y la eliminación de prejuicios de género arraigados en la sociedad.