

“Nací y me crié en Necochea, hice la secundaria hasta que me fui a estudiar en La Plata. El último año me salió un intercambio en Francia, en Ingeniería. Nunca tuve la idea de nada, no sabía que iba a hacer. Sólo quería una ciudad natural, volví a Neco a saludar a mi familia y no me fui más”, inicia la entrevistada del día, quien tiempo después comenzó a trabajar en Puerto Quequén, donde se mantiene hasta el día de hoy.
“Hice la tesis trabajando, así que arranqué en el área técnica hace varios años, lo que tiene que ver con Ingeniería”, agrega, mientras brinda argumentos de nuestra ciudad: “La naturaleza, salir a correr, andar en bicicleta, meterse al mar, Necochea tiene muchas opciones. Me hice amigos nuevos, hay tanto por hacer que la ciudad es súper aprovechable”, expresa.
Guillermina Botella trabajando en Emiratos Árabes, días atrás.
- ¿Qué consejos le darías a las nuevas generaciones que quieran estudiar lo mismo que vos?
Mi papá es Ingeniero Civil, mi mamá es Maestra Mayor de Obras. Siempre me dio curiosidad, mi objetivo era no leer tanto, empecé a preguntar que era ingeniería y me entusiasmé. Cuando arranqué la carrera más allá de alguna materia que te puede ir mal o te bajoneas, siempre quise seguir a pesar de todos los golpes porque me gustaba. A los jóvenes que quieran estudiar mi profesión, les recomiendo que se animen, te tienen que gustar los números y las ciencias más exactas.
Para mí fue algo maravilloso porque te abre mucho la cabeza, en Ingeniería Civil podes calcular lo que vos quieras, desde un puente hasta un edificio. Es amplia la carrera en sí, tiene diferentes orientaciones, podes hacer caminos, rutas. Te permite estar donde vos quieras, en la parte del mundo que te propongas. Siempre se necesitan ingenieros, es un desafío muy grande, compartir con muchas personas tareas difíciles. Son como juegos de ingenio difíciles. Es hasta divertido en ciertas situaciones, no en un edificio que es algo abstracto, pero si desafíos a nivel mundial con otras arquitecturas. Como construyen los canales, o como de la nada traen agua. Es muy amplio, dinámico y hay trabajo. Te sorprende todo el tiempo, no te deja quieto y no te toca siempre el mismo desafío. Encima somos pocos.
“Me crie en un barrio donde se puede andar en bicicleta en la calle, había un terreno en frente donde jugaban al fútbol. Me dejaban poco jugar porque eran muy torpes. Tengo el recuerdo de anhelar mucho la pelota, pero no podía o no era para mí. No por mis viejos que siempre me apoyaron, sino que supongo que desde la misma crianza, los juegos con pelotas eran para nenes. Culturalmente antes se tomaba así”, explica Guillermina de su crianza en la década del 90.
Luego fueron cambiando los tiempos: “cuando me vine a Necochea arranqué con las Olimpiadas Profesionales y conocí a un montón de chicas que pertenecían al colegio docente. Me acerqué bastante, me invitaban a jugar a un turno fijo los martes y todavía sigo, hace siete años”, cuenta.
Así arrancaron a entrenar en Boca Necochea donde había una escuelita de fútbol femenino, y conocieron a más chicas. “Armamos el equipo para jugar el torneo de fútbol 6. Ahí fue la primera vez que participé en torneos, súper nerviosa al principio porque era todo nuevo. No ganamos nada pero la pasamos súper bien, aprendiendo a jugar, conociéndonos”, agrega.
Así, sintetiza el proceso que las llevó hasta lograr el primer puesto y buscar nuevos horizontes: “Sostenemos el esqueleto del equipo, es difícil mantenernos, no surgieron peleas fuertes. Tratamos de mantener la amistad y la unión, lo otro se resuelve porque nadie nació jugando. Si el triunfo viene, ni hablar que es mejor. Ahora vamos a jugar un torneo en Mar del Plata con la cobertura periodística de Olé, es todo nuevo para nosotras. Veníamos jugando el torneo de Costa Sur de acá, donde nos consolidamos. Siempre llegábamos a semifinales, este año salimos campeonas y estamos felices”.
Hasta donde lleguen, cuenta Guillermina, lo van a disfrutar: “conoceremos a otras personas que seguro arrancaron como nosotras. No es fácil cuando arrancas. Muchas son madres, es difícil hasta el día de hoy, pensar en los hijos, en donde ubicarlos, la realidad es compleja. Hay veces que muchas no tienen el sostén del otro lado, que puedan darles una mano. Poder tomarse esa hora del recreo y no estar pensando en otras cosas. Si fuera al revés, parece algo natural”.
El torneo es un encuentro en Mar del Plata este 6,7y8 de diciembre denominado Womens Amateur Cup. “Decidimos anotarnos, implica mucha plata de inscripción, hospedaje, y no todas pueden pero hicimos campaña para recaudar como rifas o venta de pizzas. Estaremos ahí para poder jugar y obtener algo. Las expectativas son disfrutar la experiencia, salir de Necochea, probarnos con otra gente, otra energía, te motiva mucho más como equipo. Estamos entusiasmadas”, indica Botella.
“Creo que el paradigma está cambiando, veo más equipos en la liga y en la liga del fútbol amateur. Lo que hace es motivar a otras que otras en cualquier edad, que tuvieron la curiosidad, se empiezan a animar. Lo que nos pasaba antes, era que queríamos jugar en liga más que nada por los entrenamientos y aprender, y como estaban armados, por momentos estabas a un costado cuando una es nueva”, concluye una de las tantas futbolistas de nuestra ciudad, joven profesional que le da lugar a la pasión por el deporte.