

Por: Lucila Merzario
Las consignas unánimes y a viva voz fueron: "Ni una Menos, Vivas nos Queremos", "Vecino, Vecina no sea indiferente nos matan a las pibas en la cara de la gente", "No fue un accidente, fue femicidio", "Justicia por Magalí", "Cerfoglio Asesino" y "El silencio es complicidad y el machismo mata". Voces desgarradas, almas desoladas y llanto invadiendo las caras de quienes ponen el cuerpo en la calle para reclamar por Magalí y por todas las mujeres que viven bajo el calvario de la violencia de género.
Duele pensar que el compromiso abunda cuando hay una víctima, debemos apostar por estar antes de los hechos consumados.
Ninguna mujer murió en el agua, ningún despiste ocasionó el accidente, nadie merece morir a manos de un hombre, merecemos un estado presente, políticas públicas integrales para prevenir este brutal flagelo. Necesitamos profesionales de la salud comprometidos con su tarea, el silencio y la complicidad matan y de eso como comunidad debemos hacernos cargo.
El duro video que circuló ayer fue la gota que terminó de colmar el vaso, cómo durante minutos se obvserva una feroz golpiza a una mujer y nadie pudo ayudarla. Es tiempo de actuar antes de tener que lamentar este tipo de tragedias. La muerte de Magalí Vera podría haberse evitado.
"Si tocan a una salimos todas" es una frase que sigue resonando. Este año en Necochea nos arrebataron a Magalí pero también a Digna. Y desde 1987 hasta la actualidad a 16 mujeres les arrancó la vida un hombre violento, machista y sano del patriarcado. Para algunas no hubo justicia, de otras ni siquiera sabemos dónde están, y en el caso de Magalí y Digna sus femicidas hoy permanecen tras las rejas aún sin condena. ¿Cuántas más tienen que morir para que el estado y la comunidad entienda que la violencia de género no es una problemática individual sino una cuestión social? El "no te metas" provoca estragos y despues, una catarata de lamentos en vano. Debemos como sociedad disipar las diferencias partidarias porque los femicidios no distinguen colores y arrasa con la vida de las que menos tienen y de las que más tambien.
Ya no quedan dudas que lo de Magalí fue un femicidio y que la UFI10 a cargo de Walter Pierrestegui avanza a pasos agigantados en la recolección de pruebas para lograr una contundente acusación de camino a una condena ejemplar. Pero ¿quién nos devuelve a Magalí?
Vivimos en un contexto social donde, le pese a quien le pese, el gobierno nacional desfinancia y desprestigia la lucha y las convicciones de miles de mujeres y personas disidentes que vienen reclamando a gritos atención, cuidado, prevención y asistencia. Con un gobierno nacional que intenta imponer por sobre las millones de denuncias certeras y desgarradoras el concepto de "falsas denuncias" cuando en Argentina cada 30 hs una mujer muere asesinada casi siempre por su pareja. Y no menos responsable el gobierno municipal que desde su asución a la fecha le ha quitado recursos e importancia a una Oficina de Políticas de Género que repite sus inconsistencias una y otra vez ante la mirada indiferente de quienes deben cuidarnos. No alcanza con un posteo en redes sociales, se necesita convicción política, dinero, y profesionales a la altura de un compromiso integral que venga a por todo.
Hay que dejar de desprestigiar a organizaciones comprometidas con este tipo de causas que fueron las primeras que no dudaron que no había sido un accidente y gritaron a viva voz: ¡Fue femicidio! Hay que dejar de leer medios que siempre titulan mal, defienden en primera instancia a los agresores y esconden su cobardía a través de una pantalla. Hay que trascender los afiches violetas, las campañas vacías en redes, las políticas austeras de cartón. Como comunidad debemos comprometernos a la hora de denunciar este tipo de violencia, cualquiera sea, porque la violencia psicológica es la antesala a un crimen brutal como el que acabamos de vivir. El "no te metas", el silencio, el morbo, la desacreditación a las mujeres, siempre, terminan mal y lo pagan nuestras mujeres con sus cuerpos.
Perdonanos Magalí.
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