

En un contexto global signado por la guerra, la violencia y el dolor, Francisco fue contundente en su llamado a la paz: “¡No más estruendos de armas, sino gritos de paz y de reconciliación!”. Renovó su pedido de alto el fuego en Gaza, la liberación de los rehenes israelíes y la urgente asistencia humanitaria para las víctimas del hambre.
El Papa también hizo un repaso por distintas regiones en conflicto del planeta, condenando los actos de violencia y clamando por la dignidad de los más vulnerables. “Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes”, expresó.
En uno de los pasajes más emotivos del mensaje, Francisco recordó que la Pascua representa una victoria de la vida sobre la muerte. “Jesús, el Crucificado, ‘no está aquí, ha resucitado’ (Lc 24,6). No está en la tumba, ¡es el viviente! El amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza”, aseguró.
También dirigió palabras de consuelo a quienes atraviesan momentos de angustia: “Sus gritos silenciosos han sido escuchados, sus lágrimas han sido recogidas, ¡ni una sola se ha perdido!”
A pesar de no haber leído personalmente el mensaje, el Papa quiso tener un gesto cercano con los fieles y recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil, saludando a miles de peregrinos que celebraron la Pascua en Roma.
Por último, Francisco destacó que la esperanza cristiana no es una ilusión, sino una fuerza transformadora: “Gracias a Cristo crucificado y resucitado, la esperanza no defrauda. Y no es una esperanza evasiva, sino comprometida; no es alienante, sino que nos responsabiliza”.
En este Año de Gracia 2025, el mensaje pascual de Francisco volvió a poner en el centro de la escena la necesidad urgente de desarme, reconciliación y justicia social como caminos para una paz verdadera y duradera.