

Recordemos que Avanza Necochea, es el bloque que se armó tras la fuga de bancas de Nueva Necochea. Amílcar hoy esta agrupado junto al concejal Sánchez y Zubillaga.
Lo más grave ocurrió cuando un medio local, sin tener en cuenta las consecuencias, publicó la información sobre el viaje del concejal, sin reflexionar sobre los riesgos que implicaba exponer detalles sobre su ausencia. Como resultado, delincuentes aprovecharon la información para ingresar a su vivienda, un hecho que podría haberse evitado si la seguridad del concejal no hubiera sido puesta en juego en una lucha política.
En una intervención pública, la presidenta de Puerto Quequén, Jimena López, fue una de las primeras en solidarizarse con Amílcar, condenando la utilización de esta práctica como una “campaña sucia”. En sus palabras, López remarcó que “un tipo que nadie puede negar que es muy buena persona” no merecía verse expuesto de esa manera, especialmente cuando nunca había sufrido un robo en su vivienda después de vivir allí durante más de 25 años. “¿Está bien que, por irse de vacaciones con su familia, lo expongan de esta manera? La política no funciona así”, cerró López, dejando claro su rechazo hacia la estrategia utilizada para perjudicar al concejal.
Amílcar, visiblemente afectado, expresó en su defensa: “Si querían el efecto político, lo podían haber publicado cuando yo regresara, pero no poniendo en riesgo mi casa y mi seguridad personal”. En este sentido, el concejal denunció que fue expuesto innecesariamente y que la falta de consideración hacia su bienestar fue un acto irresponsable que trasciende cualquier confrontación política.
(Así quedó la casa del concejal. Delincuentes con amoladoras hicieron un boquete en el techo y tuvieron tiempo de sobra para revolver todo)
Este episodio no solo revela las bajas tácticas políticas de ciertos actores, sino que también pone en evidencia los límites de la ética dentro del ámbito político local. Cuando el ataque personal y la exposición pública se vuelven herramientas para afectar la imagen y seguridad de un individuo, la política deja de ser un instrumento para el bien común y se convierte en un campo de batalla sucio.
Por otro lado, la situación también desató un debate sobre la conducta de los concejales en relación con sus permisos y ausencias. Si bien la acusación inicial apuntaba a que Amílcar no había solicitado licencia, la realidad es que el verdadero problema aquí no era la licencia, sino cómo la información fue utilizada para poner en peligro su integridad, todo en nombre de una rosca política que traspasa los límites de la decencia.
Este episodio deja una reflexión clara sobre la importancia de respetar la privacidad y seguridad de quienes ocupan cargos públicos y cómo la política debe mantenerse dentro de los límites del respeto y la ética, sin caer en prácticas peligrosas que solo benefician a quienes buscan dañar al otro por intereses particulares.