

Mujica, quien se destacó por su enfoque cercano al pueblo, su defensa de los derechos humanos y su estilo de vida austero, sufrió en los últimos años una batalla contra el cáncer de esófago. A principios de 2025, había pedido alejarse de la vida pública, solicitando tranquilidad y respeto en sus últimos días.
Una vida de lucha
La vida de Pepe Mujica estuvo marcada por su militancia juvenil y su participación en el Movimiento Tupamaro que luchó contra la dictadura militar en Uruguay. Tras ser arrestado y sufrir años de tortura durante la dictadura (1973-1985), Mujica salió de prisión en 1985, una vez que se instauró la democracia en el país. Su posterior carrera política lo llevó a ser uno de los principales referentes de la izquierda uruguaya, primero como diputado, luego como senador, y finalmente, como presidente de la República desde 2010 hasta 2015.
Durante su mandato, Mujica promovió reformas sociales de gran impacto en la región, como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del mercado de cannabis, iniciativas que posicionaron a Uruguay a la vanguardia de las políticas progresistas en América Latina.
Una figura de la memoria y justicia histórica
Mujica también se destacó por su postura sobre los derechos humanos. En 2012, cumplió un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ofreciendo una disculpa pública en nombre del Estado uruguayo por la desaparición de María Claudia Iruretagoyena, nuera del poeta Juan Gelman, víctima de la dictadura. Sin embargo, su gobierno también enfrentó críticas por no lograr derogar la Ley de Caducidad, que otorgaba impunidad a los responsables de crímenes de lesa humanidad.
"Un viejo loco con magia en sus palabras"
En sus últimos años, Mujica se mantuvo cercano a la política y al Frente Amplio, aunque su salud se fue deteriorando. En una de sus últimas entrevistas con el diario The New York Times, Mujica expresó con su inconfundible tono filosófico: “La vida es hermosa. Con todas sus peripecias, amo la vida. Y la estoy perdiendo porque estoy en el tiempo de irme.” También dejó claro cómo deseaba ser recordado: "Como lo que soy: un viejo loco que tiene la magia de la palabra."
A lo largo de su vida, Pepe Mujica fue reconocido no solo por sus políticas, sino por su manera de comunicarse con el pueblo, utilizando un lenguaje accesible pero cargado de sabiduría, y por su estilo de vida simple, que incluía donar la mayor parte de su salario presidencial a organizaciones benéficas y vivir en una chacra en las afueras de Montevideo.
El legado de un hombre sencillo, pero grandioso
A medida que su salud se deterioraba, Mujica pidió que lo dejaran descansar en la intimidad de su hogar en Rincón del Cerro, acompañado por su inseparable Lucía Topolansky, exsenadora y su compañera de vida y lucha. La noticia de su fallecimiento fue confirmada por el presidente actual de Uruguay, Yamandú Orsi, quien expresó en redes sociales: "Te vamos a extrañar mucho, viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y tu profundo amor por tu pueblo."
El pueblo uruguayo tendrá la oportunidad de despedirlo públicamente en un cortejo fúnebre que partirá este miércoles desde la Torre Ejecutiva y recorrerá puntos clave de Montevideo, entre ellos la sede del Frente Amplio y el Palacio Legislativo, donde culminará el homenaje a uno de los políticos más admirados y controversiales de la historia reciente del país.
Un adiós definitivo
Pepe Mujica deja un legado imborrable en Uruguay y en América Latina. Su vida fue un ejemplo de resistencia, sacrificio y un compromiso inquebrantable con la justicia social. "Gracias, querido pueblo", dijo en su última despedida como presidente, un testamento de su amor por Uruguay y su gente. Hoy, el pueblo uruguayo lo llora, mientras su figura perdura como uno de los líderes más emblemáticos del siglo XXI en la región.