

El 15 de junio, nació Samira, una bebé que, gracias a la intervención quirúrgica realizada en abril, ahora tiene la oportunidad de vivir con mayores posibilidades de autonomía y sin las discapacidades motoras y neurológicas que la malformación de columna podría haberle generado. La cirugía fue realizada por un equipo multidisciplinario argentino-brasileño y duró casi cuatro horas, implicando una intervención compleja y de alta precisión para corregir la espina bífida de la bebé antes de su nacimiento.
Una cirugía que marca la diferencia
Según la doctora Patricia Bellani, jefa del área de Neonatología, esta intervención no solo mejora la motricidad de los recién nacidos, sino que también reduce el riesgo de hidrocefalia y aumenta las posibilidades de una vida con mayor autonomía. Estas cirugías prenatales son capaces de corregir defectos congénitos que de otro modo generarían discapacidad severa, como problemas para el control de esfínteres o dificultades motrices.
Sin embargo, la celebración de este logro está empañada por las condiciones difíciles que atraviesa el sistema de salud pública en Argentina, donde recortes de presupuesto y políticas de ajuste están afectando seriamente la infraestructura hospitalaria y el acceso a tratamientos de alta complejidad.
El Garrahan, un bastión contra el ajuste
Mientras que la cirugía de Samira representa una victoria en el acceso a salud pública de calidad, las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei y los recortes al sistema de salud ponen en riesgo que hospitales como el Garrahan puedan seguir realizando este tipo de intervenciones sin una estructura que garantice equipos multidisciplinarios o tecnología de punta.
En el caso de Samira, el procedimiento fue posible gracias al Programa de Diagnóstico y Tratamiento Fetal del Garrahan, que cuenta con un equipo de médicos, neurocirujanos, anestesistas, y obstetras altamente capacitados. La intervención no solo fue pionera en el país, sino que se realizó con la colaboración de especialistas de la Universidad Federal de Paraná en Brasil, quienes han realizado más de 150 operaciones similares.
A pesar de las grandes cifras de éxito en esta área de la medicina, el costo de las cirugías fetales en hospitales privados puede superar los 50 millones de pesos, lo que hace que el acceso a estas intervenciones sea prácticamente inalcanzable para la mayoría de las familias. En ese sentido, el Garrahan sigue siendo un faro de esperanza para los que no pueden costear tratamientos privados.
Un sistema de salud bajo presión
"Lo que tiene el Garrahan es que siempre responde. La gente que siempre está, nunca vas a tener un no", afirmó la doctora Analizia Astudillo, especialista en medicina materno-fetal y miembro del equipo de cirugía fetal. La médica destacó que, a pesar de las dificultades presupuestarias, el Garrahan continúa garantizando atención gratuita a quienes no tienen acceso a servicios de salud privados.
Sin embargo, la realidad del ajuste fiscal y la escasez de recursos hacen que el futuro de estos avances sea incierto. La medicina pública en Argentina enfrenta un momento crítico: la falta de fondos para programas de salud amenaza con limitar el acceso a este tipo de tratamientos, que ya se consideran una referencia internacional.
La salud pública como campo de batalla
Este avance médico y el contexto en el que se da nos obligan a reflexionar sobre el futuro de la medicina pública en Argentina. El Garrahan, símbolo de la excelencia en salud pediátrica, sigue demostrando que, incluso en condiciones adversas, la solidaridad y el trabajo en equipo pueden salvar vidas. Pero no cabe duda de que, sin un sistema de salud robusto y bien financiado, estos logros podrían ser aún más difíciles de alcanzar en los años venideros.
Mientras tanto, el ajuste sigue adelante, y el Garrahan sigue siendo un baluarte para quienes más lo necesitan, pero también un recordatorio de que la lucha por la salud pública nunca ha sido tan urgente.