

La participación de Vallota no pasó desapercibida. A través de sus redes sociales celebró haber conseguido el “primer puesto” en los 4K y comparó la política con una “carrera de fondo” en la que se necesita “garra, foco y corazón”. Pero lo que generó polémica no fue su resultado en la competencia, sino el contexto: la candidata usó un evento financiado por el Estado municipal —al que su espacio político vive cuestionando— como escenario de campaña.
La contradicción es más profunda si se recuerda que en 2022 Vallota propuso cobrarle una tasa a los corredores, entrenadores y profes que utilizaran el Parque Miguel Lillo para actividades deportivas, una iniciativa que fue rechazada ampliamente en su momento. Hoy, la ex concejal corre gratis en el mismo lugar donde antes quería imponer un tributo, y lo hace para reposicionarse políticamente.
Vallota viene de obtener solo 2.742 votos en 2023, elección tras la cual se mantuvo alejada de toda actividad social, territorial o institucional. Ahora vuelve al ruedo como segunda en la lista de concejales que encabeza Juan Ángel Cerezuela, un debutante en la política local.
Además, la candidata fue acusada de haber cobrado $580.000 mensuales como asesora en el Senado bonaerense sin funciones. Actualmente, busca retornar al Concejo Deliberante, donde el sueldo ronda los $2.500.000 mensuales.
Con un discurso que se presenta como “alternativa real” y “renovación”, pero con un accionar que responde a las lógicas más clásicas de la política tradicional, la figura de Vallota divide aguas incluso dentro del espacio libertario local.
¿Será Eugenia Vallota la renovación que necesita La Libertad Avanza o representa exactamente eso que prometían combatir: la misma casta de siempre?