

“Así como bajó la inflación, que es el impuesto de los pobres, le pedimos a San Cayetano que interceda por nosotros para comprometernos a bajar los niveles de agresión, de indiferencia, del individualismo, de crueldad”, expresó el arzobispo, durante su homilía, subrayando la necesidad de reducir la confrontación y promover el diálogo como base de una sociedad más inclusiva y menos polarizada.
En este sentido, el líder eclesiástico alineó su mensaje con el histórico lema de Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo, que ha sido un símbolo de los movimientos sociales y los sindicatos que luchan por mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables. “El trabajo dignifica a las personas”, enfatizó, subrayando la importancia de crear políticas públicas que favorezcan el empleo digno y la inclusión social.
Además, García Cuerva hizo un llamado a los funcionarios públicos a sentarse a la mesa y dialogar sin buscar culpables. "Somos custodios de los más débiles, de los que necesitan justicia social", indicó, apuntando a la necesidad de priorizar las políticas de contención hacia los sectores más golpeados por la pobreza y la desocupación.
Un tema que no pasó desapercibido fue la crítica implícita al reciente anuncio de Jorge Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sobre sancionar a las personas que buscan comida en la basura. Aunque no lo mencionó de manera directa, García Cuerva remarcó: “No podemos desentendernos de los que revuelven los tachos buscando algo para comer. No lo hacen por gusto, sino por necesidad”. Esta declaración fue un claro apoyo a las voces que repudian la medida y un fuerte reclamo hacia la solidaridad.
Retomando las palabras del Papa Francisco, el arzobispo subrayó que “lo que te da dignidad es ganar el pan”, y destacó que la falta de empleo digno genera injusticia social. En un país con altos índices de desocupación, muchos jóvenes y familias enfrentan una situación de angustia, ya que la búsqueda de trabajo se convierte en un proceso largo y desesperante.
El cierre de la misa fue un llamado a la unidad y la reconciliación, apelando a la fraternidad como pilar para superar las divisiones sociales: “Con San Cayetano, todos hermanos”, expresó García Cuerva, invitando a los presentes a unirse en un gesto de solidaridad y esperanza.
Con estas palabras, la Iglesia se mantuvo firme en su rol de custodia de los más vulnerables y volvió a marcar distancia con el Gobierno de Milei, reafirmando su postura de defensa de los derechos humanos, la justicia social y el compromiso con los sectores más golpeados por la crisis económica.