Por: De la redacción de NdeN

La investigación de un periodista alemán a partir de archivos filtrados de la compañía de autos Tesla, sale a la luz en un libro que expone el narcisismo del empresario y su poder para ocultar las preocupaciones sobre el sistema de seguridad de sus vehículos.

Cuando en febrero el presidente argentino subió al escenario de la CPAC (la mayor conferencia de conservadores en Estados Unidos) su rostro extasiado daba la vuelta al mundo. Subyugado ante la presencia de su ídolo, Milei le regalaba a Musk una réplica de su famosa motosierra en un gesto que el gobierno argentino mostró como símbolo de la sintonía con Donald Trump y la Casa Blanca.

Es sabido que la relación entre el presidente estadounidense y el principal financista de su campaña, que llegó a ser funcionario de su gestión, estalló por los aires poco después cuando comenzaron a tener diferencias sobre la política fiscal. Musk renunció, acusó a Trump de formar parte de la “lista de Epstein” (el millonario condenado por tráfico sexual que se suicidó en su celda en una cárcel de Nueva York) y desde entonces han protagonizado cruces y descalificaciones en las redes sociales. Tal es el cambio de época, que el propio Musk se arrepintió de la foto con Milei y la motosierra, asegurando en su cuenta de X que salir corriendo con el exótico regalo que le había llevado el mandatario argentino había sido un error por “falta de empatía”.

Lo que poco se sabía entonces era el contexto en que Musk había pasado de ser un millonario extravagante a un actor clave en el triunfo de Donald Trump para una segunda presidencia.

La investigación

El periodista Sönke Iwersen se sorprendió cuando un denunciante anónimo se puso en contacto con él para poner a su disposición miles de archivos de material sensible sobre Tesla, la famosa compañía de autos eléctricos de Musk. Luego de ganarse su confianza, logró que el hombre saliera de su anonimato y se revelara como lo que era: un ex empleado de la empresa, que tenía acceso a información incluso calificada como “secreta”. Su nombre es Lukasz Krupski y la forma en que logró hacerse con los datos roza lo insólito. Cuando lo echaron, Tesla no le reclamó que devolviera su laptop de trabajo, por lo que pudo seguir viendo y descargando archivos.
En los más de 100GB de datos internos que logró filtrar a Iwersen para su investigación, había datos personales de los empleados, contratos, presentaciones y también miles de correos electrónicos.
Buceando en esa información el periodista identificó más de 1000 incidentes vinculados a reclamos de clientes por el sistema Autopilot de los coches Tesla. Usuarios que habían denunciado que sus autos aceleraban o desaceleraban abruptamente, o no respondían adecuadamente ante obstáculos, resultando en accidentes con consecuencias graves o incluso mortales. Además los datos reflejaban lo que Iwersen describe como el narcisismo con el que Musk dirige la empresa, en medio de un ambiente hostil de trabajo y una presión psicológica constante, que promueve la velocidad en la producción por sobre la seguridad.

Tras comprobar la veracidad de los datos, Iwersen publicó parte de su investigación en el periódico alemán Handelsblatt y ahora lo amplía en su libro The Tesla Files. En una reciente entrevista con el periódico inglés The Guardian el periodista relacionó el súbito y fugaz interés de Elon Musk en la política, con su intención de frenar una serie de investigaciones que ya habían empezado por parte de funcionarios estadounidenses y que podrían haber continuado si la ex candidata demócrata Kamala Harris se hubiera convertido en presidenta en lugar de Donald Trump. El periodista también resaltó el rol del denunciante quien hoy está desempleado y vive de la seguridad social. Sin él los archivos de Tesla seguirían en la sombra.