sábado 28 de junio de 2025 - Edición Nº3191

Sociedad | 24 ene 2020

Viejos son los trapos

Bernardino, el abuelo de 96 años que arregla relojes en Claraz

Vive en la Unidad Sanitaria de Claraz, en el área donde se construyó un asilo para mayores de edad. “Como no tengo nada que hacer lo que agarro lo arreglo. Tengo mucha intuición”, reflexiona en diálogo con NdeN. 


Bernardino Paggi nació en La Negra, vivió gran parte de su vida en Juan N. Fernández y actualmente reside en Claraz, en la Unidad Sanitaria, en el área donde se construyó un asilo para mayores de edad. 

En las últimas horas, una foto suya llamó la atención del pueblo y el distrito. Con más de 96 años, se da “maña” para hacer arreglos en el establecimiento local y genera la admiración de quienes deambulan en las redes sociales. “Como no tengo nada que hacer lo que agarro lo arreglo. Tengo mucha intuición”, nos comenta a través del teléfono.

En la foto se lo ve de pie sosteniendo el reloj del lugar, su último arreglo. "Si dios quiere – nos aclara – en abril llega a los 97", edad a la que arribó después de más de 85 años trabajando: “Yo sinceramente he sido de todo un poco, empecé a trabajar a los 12 años. Yo no soy relojero, yo soy electricista y tenía mi taller en Fernández. Lo que pasa es que tengo un sobrino que sigue haciendo funcionar el negocio”. 

La tranquilidad y el silencio de Claraz envuelven a la salita donde residen alrededor de 15 abuelos y abuelas, que son cuidados y tratados “bastante bien” nos refiere Paggi.. 

Todo en su calendario de vida suele caracterizarse por la extensión en el tiempo. Es así que nos recuerda que estuvo 60 años casado pese a haber tomado compromiso a los 30, edad avanzada si se tiene en cuenta la época. Es el residente más longevo del lugar, lo que le hace recordar que es “el único que quedó de todos los hermanos” que habían en su familia.

Antes de finalizar el diálogo, no quiere despedirse sin mencionar a una persona muy importante para lo que son sus días en Claraz y que se llama María Esther, la enfermera del lugar. “Esta señora es como si fuera mi madre”, agrega.

Sin más se dispone a cortar la llamada, pero frena y nos deja una frase que resuena como balance de vida; “Las cosas lindas de la vida hay que guardarlas y no olvidarlas”.

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