viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº2763

Sociedad | 1 sep 2017

Odisea de una familia necochense durante el huracán en Houston

Moira Heim y Alex Caridad viven en la ciudad estadounidense hace 20 años, realizaron un rescate de película en medio de la tragedia. “Si el agua subía un poco más, nos moríamos todos”, indica la oriunda de nuestras ciudad.


Moira Heim y Alex Caridad viven en la ciudad estadounidense Houston hace 20 años, realizaron un rescate de película en medio de la tragedia. “Si el agua subía un poco más, nos moríamos todos”, indica la oriunda de nuestra ciudad.

Producto de la crisis económica y de proyecciones a futuro, Moira Heim es una de las tantas argentinas que en el año 98 decidió irse del país. El destino elegido fue Houston, la ciudad en la que se crió su marido, Alex Caridad, estadounidense y necochense de adopción (a los 15 años se mudó a nuestras tierras). Muchos lo recuerdan como "el yanqui", uno de los precursores del surf en la ciudad

Cada un año y medio vuelven a Necochea a visitar a sus familias y amigos, de hecho a fines de diciembre tienen previsto retomar a estas tierras con el objetivo de festejarle el cumpleaños a una de sus hijas, como también lo hicieron con otra de ellas.

A sus 45 años, la pareja no se imaginaba que iba a vivir uno de los acontecimientos más trágicos y angustiantes de su vida.

Desde los televisores argentinos pudimos ver (parte) la magnitud del huracán que azotó al departamento de Texas. Periodistas y cronistas enviados a EE.UU dieron cuenta de lo que sucedía en tierras del norte del continente. De todas formas, la postal mostrada por los medios de comunicación no logró reflejar las crudas historias que debieron afrontar los miles de inundados que dejó el temporal. Moira y Alex fueron parte de una historia de película.

“El lunes pasado nos habían dicho que había una tormenta en el Golfo. Trabajamos en una compañía de Luz y gas, por lo que solemos monitorear mucho, ya que depende del clima el tipo de compras de electricidad y gas que se hacen. Ya sabíamos que estaba la tormenta. Nadie imaginó que iba a progresar como progresó. Para el jueves ya se sabía que era un huracán”, sostuvo Heim en diálogo con NdeN.

El infierno para la familia oriunda de Necochea comenzó el viernes cuando el Huracán entró por Corpus Christi y avanzó para la ciudad texana de Houston.  La tormenta quedó sobre el cielo de esta última ciudad por cuatro días sin moverse.

“Por cuatro horas llovió sin parar y se nos inundó todo y llegó hasta la puerta. Mi vecina de enfrente estaba sola con los tres pibes desde hacía dos días el marido no podía volver a la casa, estaba sin poder salir en el centro de Houston. Levantamos todos los muebles lo más que pudimos. Ayudamos a la vecina y pasamos el domingo con agua hasta la puerta”, agrega, la hija mayor de quien fuera un emblema del fútbol local, Miguel “chino” Heim.

Luego de que cayeran 1477 milímetros de agua, llegó el lunes. Ese día pudieron retomar el trabajo con sus computadores y desde su casa, ya que la ciudad seguía colapsada.

Un dato no menor y relevante en esta historia tiene que ver con que hace alrededor de 70 años atrás construyeron en las afueras de dicha ciudad importantes reservas de agua para que zonas céntricas de Houston se liberaran de agua a partir del drenaje.


“Si la camioneta se paraba o el agua subía un poco más nos moríamos todos”

Cuando la tormenta parecía mermar y todo encaminarse, ocurrió lo que en definitiva llevó a esta familia necochense a bordear un peligro inesperado: “Empezamos con el problema de que todo se saturó de agua. Los ingenieros que monitorean la ciudad anunciaron que iban a largar el agua a las reservas para que esas zonas céntricas se liberaran de agua. Estábamos laburando y un compañero de Alex le dijo que la zona donde vive Michelle (hermana del marido) iba a ser una de las afectadas. Ella estaba con Lyliam y Pocho (padres de Alex y Michelle). A partir de ahí ellos subieron todos sus muebles y cosas y se disponían a venir para mi casa porque tenía evacuación mandataría. Cuando decidieron salir las calles estaban llenas de agua. Se volvieron para la casa”.

La pareja no dudó qué hacer. “Con Alex dejamos de trabajar y fuimos a buscarlos a la casa de Michelle. Mientras íbamos tuvimos que volver un par de cuadras porque no se podía acceder debido al agua y tuvimos que buscar otra ruta para volver. Intentamos por dos rutas distintas. Cuando intentamos tomar una autopista pudimos pasar bien y cuando vamos entrando al barrio de ella, demoramos cinco minutos en entrar porque había agua. Llegamos a la casa. Sabíamos que iban a largar el agua. Habremos demorado diez minutos, levantamos los bolsos, un poco de ropa y la comida de la heladera porque había que apagar la luz. Cuando  salimos el agua estaba súper alta y ahí nos dimos cuenta que ya habían comenzado a liberar agua, que para esa altura nos daba por el capot de la camioneta, que es muy alta. La situación de estrés fue impresionante. Tuvimos que hacer quince cuadras en esas condiciones. Fue tanto el riesgo que cuando salimos pensé que teníamos un ataque de corazón. Mucha presión en el pecho y una gran angustia. Si la camioneta paraba o el agua subía un poco más nos moríamos todos”.

¿Mientras baja el agua,  qué queda?

Hoy Moira, junto a su familia, viven con sus suegros y parientes. Al menos ocho personas en una misma casa. El agua hizo que el resto de la familia, también ex residentes necochenses, abandonaran su casa y pertenencias, sin poder volver a su hogar y verificar las consecuencias del agua.

De todas formas, el haber transitado cerca de la muerte (se calculan en más de 50 los fallecidos en Texas, la mayoría en la calle intentando evacuarse) hace valorar cuestiones más simples y solidarias. Lo único bueno de las catástrofes. 

“Te emocionaba ver como la gente hacía un buen uso de las redes sociales. El 60% de los rescates fueron hechos por gente que tenían sus propias camionetas y sus lanchas. En las aplicaciones que existen por barrio, la gente se comunicaba y ponía que los rescaten y los vecinos acudían. Fue impresionante”, destaca Moira.

La ciudad donde viven se llama Katy. Aún sigue con agua y tiene varias autopistas clausuradas y el aeropuerto funciona con servicios reducidos. Muchas escuelas, Centros de convenciones y estadios se encuentran albergando a miles de evacuados. Los supermercados vacíos y miles de auto evacuados continúan lejos de sus casas, y aún falta uno de los momentos más tristes; cuando baja el agua y hay que volver a habitar los lugares.

La situación es tan crítica que el Presidente Donald Trump solo se acercó a la ciudad de Corpus Christi. “Creo que no se animó a venir a Houston” dijo Moira, pese a tener un caudal importante de adherentes republicanos. Pese a todo, siempre hay algo para rescatar que permita seguir adelante y sortear las situaciones trágicas.

A modo de reflexión, Moira sostiene: “Los desastres naturales no distinguen entre primer y tercer mundo y mucho menos entre condiciones sociales, raza, color, religión u orientación política, solo saben seguir su curso”.

“Hay gente que la pasó peor que nosotros. Me quedó satisfacción de que la gente hizo buen uso de las redes sociales y el buen corazón de los texanos, que pusieron el pecho y salieron afuera”, concluyó Moira.

camioneta paraba o el agua subía un poco más nos moríamos todos”.

 

 

 

 

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