En la semana de la conmemoración por el Día de la Memoria, que recuerda el inicio de la última dictadura cívico-militar, la militante rosarina señaló que al llegar a su domicilio "todo parecía normal, puerta cerrada, cerradura sin forzar”, pero que dos hombres "cuarentones, grandotes, con fuerza" la abordaron dentro de su hogar.
Si bien ella les reiteró que no tenía dinero, comenzó a ser golpeada. "No hables nunca más. Mirá lo que te pasa por hablar, sabemos que trabajas en los derechos humanos. Sabemos quién sos, no te te vinimos a robar nada, a mí me pagan por esto. Nosotros te vinimos a matar”, contó la víctima que recibió como respuesta.
Luego relató que la ataron y le apuntaron con pistolas, diciendo que la iban a matar. Ahí le pidieron que deje de "trabajar en derechos humanos" porque sabían donde lo hacían. Una secuencia lamentable que remonta a los peores años de nuestro país.
La militante realizó la denuncia al día siguiente, y expresó: "quiero saber quién está detrás. Hay alguien que lo ideó. ¿Qué pasa si ahora me escriben amenazándome? Yo no tengo red más que la de mi familia y mis compañeros, soy tan solo una trabajadora como el resto de los trabajadores de este país. No tengo nada que esconder, no manejo información de poder".
“Rompieron muebles y cosas de valor, pero no se robaron nada”, detalló, antes de contar que se siente “asustada” y que no sale a la calle sin estar acompañada. “Mi vida quedó suspendida, por eso nos tomamos el tiempo para contarlo”, agregó. Por último, contó que hizo la denuncia por abuso sexual, pero que no quiere hablar.
