

“Porque sólo Dios podía abrir el camino nuevo a través de la tumba vacía, el camino de la vida en medio de la muerte, de la paz, la reconciliación y la fraternidad en medio de la guerra, el odio y la enemistad”, indicó Francisco, y agregó: “Sin el perdón de Dios esa piedra no puede ser removida”.
Con la mirada puesta en Jerusalén y en todas las comunidades cristianas de Tierra Santa, el pensamiento del Papa se dirigió a las víctimas de los numerosos conflictos del mundo, “para que Cristo Resucitado abra un camino de paz a las poblaciones atormentadas de Israel y Palestina y también de Ucrania”.
De acuerdo con el derecho internacional, Francisco pidió un intercambio general “todos por todos” de prisioneros entre Rusia y Ucrania, e hizo un nuevo llamamiento para que “se garantice el acceso a la ayuda humanitaria en Gaza, instando a una pronta liberación de los rehenes secuestrados el 7 de octubre y a un alto el fuego inmediato en la Franja”.
Francisco pidió además que Cristo resucitado abra un camino de esperanza para quienes, además de sufrir la violencia y los conflictos, padecen los efectos de la inseguridad alimentaria y del cambio climático, así como que traiga consuelo a las víctimas de todas las formas de terrorismo. En el día de Pascua, afirmó, “celebramos la vida que nos ha dado la Resurrección del Hijo y su amor por cada uno de nosotros. Un don, la vida, que, sin embargo, tantas veces es despreciado por el hombre”.