

En plena dictadura, estas mujeres comenzaron siendo pocas, pero su determinación y amor de madre las llevó a juntarse y marchar en busca de justicia. El Estado de sitio impuesto por la dictadura no fue un obstáculo para ellas. El sábado 30 de abril de 1977, desafiaron las prohibiciones y marcharon frente a la Casa Rosada. Azucena Villaflor de De Vicenti, una de las madres pioneras, invitó a otras mujeres a unirse a la lucha, pronunciando las históricas palabras: "Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos".
Así, estas valientes mujeres, entre ellas Azucena, Berta Braverman, Haydée García Buelas, y muchas más cuyos nombres aún no conocemos, comenzaron a dar vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo, desafiando la prohibición de reuniones públicas. Esta primera ronda marcó el comienzo de un movimiento que perdura hasta el día de hoy.
El pañuelo blanco, inicialmente utilizado durante una peregrinación a Luján en octubre de 1977, se convirtió en el emblema de su lucha. A pesar de la represión y el dolor, estas mujeres se mantuvieron firmes en su reclamo de justicia. La dictadura intentó silenciarlas, desapareciendo a algunas de sus referentes, como Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco.
Hoy, a 47 años de aquella primera ronda, las Madres de Plaza de Mayo continúan marchando todos los jueves a las 15:30, recordando a sus hijos e hijas desaparecidos y exigiendo justicia. Su lucha es un ejemplo de coraje y perseverancia, y su legado sigue inspirando a las nuevas generaciones. Como dijo Taty, una de las Madres: "Estamos tranquilas porque están los jóvenes y a ellos les pasamos la posta. No hay que tener miedo a la palabra militancia, que significa compañerismo, ocuparse del otro".