"Me tocó nacer en un club de barrio que fundaron mis abuelos, que es Isabel La Católica. Estuvo toda mi familia, fue un club hermoso donde viví toda mi infancia. Mis tíos jugaban, fueron entrenadores. Entraba a la cancha con ellos y era como un sueño, era la mascota de ese club con mi hermano", así empieza a dialogar con NdeN el futbolista Nahuel Filippa, quien pasó sus 35 años vinculado a la pelota.

Una historia de vida de las tantas en la ciudad que rebelan las dificultades de un deporte amateur, que se juega por amor. "Después pasé por Huracán e hice inferiores en Rivadavia, hasta que me fui a estudiar.   Al volver, debuté en primera en Huracán. Pasé por Ministerio, estuve cuatro años afuera, volví y jugué en Villa del Parque. Ahora, pasé a Defensores de Puerto Quequén", cuenta y agrega: "Cuando estuve afuera extrañé mucho el fútbol, los entrenamientos, el día a día".

El desafío de la cotidianeidad fue uno de los puntos de la entrevista: "Soy docente, padre, marido, hay que repartir todo en un mismo día y a veces se complica. Tratar de comer bien, de ir al gimnasio. Son muchas cosas, más teniendo una hija", dijo Filippa, quien trabaja en la tradicional bicicletería de calle 75, como también de docente en escuelas secundarias.

Nahuel no está en el podio de los grandes futbolistas, ni cumple con el exitismo de solo ganar para ser. El fútbol en Necochea, salvo casos minoritarios, no permite un ingreso económico que de tranquilidad en el mes: "Son más las veces que perdes, que las que ganas. Lo haces por amor al deporte, por la pasión por el fútbol. La vida del futbolista es corta, seguramente sea mi último año", indicó y agregó: "Hoy Defensores me abrió las puertas, me hace acordar a Isabel la Católica. Me encontré con un club super organizado, todo a pulmón. Al Presidente lo podés ver cortar el pasto".

Luego, sobre el día a día, contó: "Entrenamos como máximo dos horas y media. Cuando no doy clases, estoy en la bicicletería. Trato de organizarme para repartirme las tareas. Mi mujer también es docente y muchas veces mi vieja (Gladys Rigani) se pone la diez y nos contiene".

Su familia trabaja en la tradicional bicicletería de calle 75, pronta a cumplir 100 años en 2026, toda una historia en la ciudad de Necochea. "Hay días que voy por la mañana, almuerzo y entreno, luego vuelvo a trabajar y cuando terminás de pestañear son las diez de la noche", indica.

La salud mental es otro de los temas que se tocaron en la charla, con deportistas que lidian cada fin de semana con un resultado que tal vez determinará su "éxito" o "fracaso" cuando en realidad es parte del proceso. Alguna vez Ginóbili dijo en una nota que hasta Michael Jordan pasó por más fracasos que éxitos en su carrera, y Filippa retoma esa idea:  "Por suerte nunca tuve lesiones, el sacrificio es el de pretemporada, de mucho calor y racrificio. Que no se den los resultados por momentos, molesta, porque entrenamos al 100%. ¿Sabes lo que es ir un martes con 5 grados a entrenar después de perder? Dejamos muchas cosas de lado y la mayoría de las veces no se dan los resultados. El que salió campeón, perdió muchas veces antes", completa.

Por último,  recuerda la historia que contó este medio de Walter Alberti, quien parió en Villa Díaz Vélez y pudo salir campeón tras años de intentarlo. "Es como si yo hubiese jugado toda la vida en Isabel La Católica", concluye, con el deseo de que ese club de barrio que lo unió a su familia, vuelva a florecer y nuclear la pasión por el deporte. Quien dice qu el día de mañana se cumpla ese sueño que va más allá del resultado.