jueves 03 de octubre de 2024 - Edición Nº2923

Opinión | 8 ago 2024

VIOLENCIA DE GÉNERO

¿Cuántas Fabiolas hay en Necochea? La hipocresía de la indignación selectiva

Mientras la indignación por el caso de Fabiola Yáñez arrasa en los titulares nacionales e internacionales, ¿cuántas mujeres en Necochea viven a diario el mismo sufrimiento sin recibir el apoyo necesario? La hipocresía de la opinión pública y el uso político del dolor ajeno desvían la atención del verdadero problema: la violencia de género sigue siendo una epidemia en nuestra ciudad, invisibilizada por la complicidad de instituciones y la indiferencia de la sociedad.


Por: Lucila Merzario

La reciente ola de indignación nacional e internacional por el caso de Fabiola Yáñez ha sido imposible de ignorar. Las voces horrorizadas, los gestos de falsa empatía y los clamores por justicia han inundado los medios. Pero mientras nos escandalizamos por los detalles de un drama que involucra a figuras públicas, nos preguntamos: ¿qué pasa con las mujeres como Fabiola que viven entre nosotras en Necochea?

En nuestra ciudad costera, la violencia de género no es un problema que se limita a los titulares de los grandes periódicos. Este año hemos registrado un femicidio y la cifra de mujeres asesinadas por violencia de género sigue creciendo ascendiendo a más de 10 femicidos e infinidad de casos que no llegan a la denuncia o que los que llegan son abandonados en el camino, mientras la justicia se queda corta y muchas veces, incompleta. La violencia no se detiene en las puertas de nuestras casas ni en los límites de nuestros trabajos; está incrustada en nuestra realidad diaria.

Aquí en Necochea, el hogar, que debería ser un refugio, es a menudo un escenario de terror para muchas mujeres. Pero el problema no termina en las paredes de casa. En los lugares de trabajo, las mujeres enfrentan manipulaciones, opresiones y violencias silenciosas, camufladas bajo la apariencia de rutinas laborales normales. La precarización y el abuso siguen invisibilizados, y las denuncias muchas veces no encuentran eco.

La hipocresía de nuestra sociedad se hace evidente cuando las instituciones y los poderes que deberían proteger y apoyar se esconden bajo el manto de la indiferencia. Los mensajes de concientización y los programas de apoyo parecen estar más enfocados en la imagen que en ofrecer soluciones reales. La complicidad de quienes se mantienen en silencio ante la violencia de género es un problema que no podemos seguir ignorando.

En medio de todo esto, es profundamente alarmante cómo algunos medios en Necochea han tratado la situación. En su afán de obtener primicias, likes y viralidad, han compartido fotos de Fabiola golpeada, imágenes que forman parte de una causa judicial en curso y cuya difusión no cuenta con el consentimiento de la víctima. Esta acción no solo viola la privacidad y dignidad de Fabiola, sino que también contribuye a la revictimización y a la perpetuación de la violencia mediática. El sensacionalismo no solo es éticamente cuestionable, sino que también daña a las víctimas y obstaculiza el proceso de justicia. Y no hablamos solo de Fabiola hablamos de todas las que están detrás. 

Además, la utilización política del caso de Fabiola es el colmo de la burla y la hipocresía. Los partidos políticos parecen aprovechar este caso para sus propios fines, ignorando que el peronismo tiene entre sus filas a varios machirulos con denuncias de violencia y abuso sexual. Los libertarios, por su parte, descreen del flagelo de la violencia de género e incluso visitan genocidas en la cárcel. Los radicales, con Vidal como gobernadora, desfinanciaron políticas esenciales para la protección de las mujeres y han pregonado campañas de paridad mientras generan brechas y desigualdades. No olvidamos cuando María Eugenia fingió aleccionar al violento. La violencia de género no debería ser un tema de "goce" partidario, sino una cuestión de derechos humanos que trasciende ideologías políticas.

En Necochea, deberíamos preguntarnos cuántas mujeres viven cada día con el miedo y el sufrimiento a cuestas. ¿Cuántas necesitan apoyo y no lo reciben? ¿Cuántas se enfrentan al juicio y la revictimización mientras intentan salir adelante? Y aún más, ¿cuántas mujeres en dependencias municipales, provinciales y nacionales son rehenes de compañeros que gozan de impunidad, cargan con sumarios, denuncias y procesos judiciales que no se tocan? ¿Toman intervención quienes deberían hacerlo, o solo se solidarizan con extrañas a través de redes sociales o medios de comunicación?

Es momento de dejar de lado la superficialidad de la indignación mediática y comenzar a actuar con verdadero compromiso. Cuidemos a las víctimas, ofrezcamos apoyo real y cuestionemos las estructuras que perpetúan el abuso. La pedofilia y la prostitución infantil también merecen nuestra atención y acción. ¿O también vamos a caer en la distracción?

En lugar de refugiarnos en la comodidad de la opinión en redes sociales, miremos más allá de nuestras pantallas. Apoyemos a quienes sufren en nuestro entorno y digamos basta a la codicia, la impunidad y la mediocridad. Necesitamos un cambio verdadero en Necochea, un cambio que respalde a todas las mujeres y que haga justicia no solo por una, sino por todas.

Mientras tanto, el 144 no atiende, las oficinas de Políticas de Género ofrecen respuestas escasas y la Comisaría de la Mujer en calle 24 4242 deja a las víctimas con un sentimiento de arrepentimiento. La falta de respuestas efectivas y el escaso apoyo institucional son una realidad palpable que agrava aún más el sufrimiento de quienes buscan ayuda. ¿Será hora de exigir un verdadero cambio y una atención real para quienes necesitan protección y apoyo? No más indiferencia ni complicidad.

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