

El contexto: Fiesta truncada
El 6 de marzo de 1988 la Argentina todavía estaba conmocionada por la muerte de Alberto Olmedo, uno de los íconos más grandes del espectáculo nacional. Mientras el país vivía esa tragedia, el Turismo Carretera llegaba a Necochea con una gran fiesta en la espera: miles de personas se reunieron para disfrutar del rugir de los motores en el circuito semipermanente de Quequén. El evento, parte de la segunda fecha del TC 1988, se prometía como una de las grandes jornadas de la categoría, que había regresado a Necochea después de tres años sin correr en esta ciudad.
El trazado de 6.572 metros, conformado por la Avenida de Circunvalación, calle Las Heras, Avenida Almirante Brown y la Ruta 88, era el escenario que recibiría a alrededor de 30.000 personas. Sin embargo, ya antes de la carrera, se había alertado sobre el estado de algunos sectores del circuito, especialmente la calle Las Heras. Los pilotos, incluyendo a Edgardo Caparrós, ya habían expresado su preocupación por el estado de la pista. En una conversación previa al inicio de la final, Caparrós había manifestado: “Están locos quienes nos mandan correr acá”. Nadie imaginaba que esas palabras presagiaban lo peor.
El accidente: El despiste fatal
A las 13:22 horas, 52 minutos después del horario programado para el inicio de la carrera, y 14 vueltas completas, el piloto Edgardo Caparrós, quien llevaba el Dodge azul número 4, sufrió un accidente que cambiaría todo. El neumático delantero izquierdo del vehículo se reventó, lo que provocó que el auto se descontrolara, saliéndose de la pista a 400 metros de la rotonda que empalmaba con la Ruta 88.
El auto de Caparrós, descontrolado, embistió a varios espectadores que se encontraban en las cercanías del circuito. El primer impacto fue contra una casa rodante, seguido de varios vuelcos que terminaron provocando la tragedia: 13 personas murieron, entre ellas el acompañante de Caparrós, Alberto Belloli, quien sufrió múltiples hemorragias internas y falleció a las 20:30 horas en el Hospital de Clínicas Regional.
Las víctimas de esta tragedia fueron:
La reacción y las consecuencias
La magnitud del accidente fue tal que la noticia ocupó las portadas de los principales diarios del país, que con una gran dosis de conmoción daban cuenta de la tragedia. El día siguiente, el diario Clarín informaba en su tapa el luctuoso suceso, junto a la noticia de la muerte de Olmedo, dejando al país sumido en el dolor.
La ACTC, tras lo ocurrido, suspendió provisionalmente todas las competiciones en circuitos semipermanentes y ruteros, emitiendo un comunicado en el que explicaba que la causa más probable del accidente fue el reventón del neumático izquierdo del auto de Caparrós. Asimismo, destacó la necesidad de evaluar nuevas medidas de seguridad para evitar futuros accidentes.
En el ámbito local, Necochea sufrió no solo las consecuencias deportivas de la tragedia, sino también económicas. La ciudad nunca volvió a recibir al TC, y el circuito semipermanente "Benedicto Campos" fue abandonado, siendo utilizado por última vez en 1997 para despedir esta modalidad de competencias.
Legado de la tragedia: cambios y juicios
El municipio de Necochea tuvo que hacer frente a una serie de juicios a raíz de las muertes, ya que el Club Palermo, organizador del evento, y la ACTC no pudieron hacerse cargo de las indemnizaciones. En su lugar, el municipio fue quien pagó un total de 530.507,59 pesos en resarcimientos a las familias de las víctimas.
La tragedia de 1988 es un punto de inflexión para el Turismo Carretera y el automovilismo argentino. No solo por la magnitud del dolor y la pérdida humana, sino porque marcó un antes y un después en cuanto a la seguridad en las competencias. El evento dejó una huella imborrable en los recuerdos de aquellos que vivieron la tragedia, y sigue siendo un recordatorio de la importancia de la seguridad en el automovilismo.
El circuito "Benedicto Campos" y Necochea hoy
Hoy, 37 años después, el circuito de Quequén, que fue testigo de la tragedia, permanece en el recuerdo de todos, tanto en la memoria de los que lo vivieron como en el legado de seguridad y responsabilidad que dejó para futuras generaciones de competidores. Necochea, que nunca más volvió a recibir al TC, sigue siendo un lugar emblemático en la historia del automovilismo nacional, con el dolor de ese 6 de marzo siempre presente.