

Fuentes de NDEN Noticias confirmaron que el empresario José “Cholo” Servat, responsable de la concesión del lugar, junto con los letrados del Consorcio, están ultimando detalles para dar por terminados los compromisos y documentos vinculantes con el CGPQ en relación con la explotación del espacio. La decisión llega tras una temporada estival que, lejos de revitalizar el proyecto, terminó de confirmar su fracaso: comercios en retirada, falta de promoción y un colectivo que, con escaso público, realizaba el recorrido entre el Parador Neptuno y el olvidado Gardella, sin más actividad que la rutina diaria.
El acuerdo para “salvar” la temporada de verano fue alcanzado en julio pasado, cuando la presidenta del Consorcio, Jimena López, había anunciado un "acompañamiento" para sostener los servicios básicos del paseo y evitar que el cierre se concretara antes de la temporada alta. En ese momento, López había señalado que Puerto Gardella había dejado de ser redituable para los privados, haciendo referencia a la alta carga de costos de servicios como la electricidad. En sus palabras: "Ese espacio en verdad está destinado a proyectos productivos, en su momento fue cedido a Puerto Gardella como un espacio gastronómico que funcionó muy bien, aunque creo que dejó de ser redituable porque es lógico que para los privados el negocio tiene que ser rentable, y en el medio se cobra mucho de luz".
Sin embargo, la realidad es que, con el final de la temporada y tras varios meses de caída libre la situación se tornó insostenible. Las dificultades logísticas, la falta de conexión con el resto de la ciudad, y la desconexión con los vecinos y turistas llevaron al punto de no retorno. A pesar de los anuncios y promesas de un "salto de calidad" en la integración del puerto con la ciudad, como lo había planteado Rojas en su gestión, la obra terminó siendo una sombra de lo prometido.
En sus primeros días, Puerto Gardella había sido bien recibido, con un paseo gastronómico que se construyó con containers y una pequeña feria de juegos en el centro. No obstante, con el paso del tiempo, las falencias se hicieron evidentes: el acceso era limitado y peligroso, el transporte público nunca llegó, y la falta de señalización en la ciudad hizo que muchos turistas ni siquiera supieran de la existencia de este espacio. La obra, pensada para ser un faro turístico, nunca pudo lograr el objetivo de convertirse en un motor económico para la región.
En su momento el Paseo se vendía como un faro en la región, algo que estuvo lejos de concretarse.
Con el cierre confirmado, ahora surge la pregunta sobre el futuro de este espacio clave. El CGPQ, tras esta debacle, deberá decidir qué destino le dará a Puerto Gardella, y cómo buscará aprovechar ese sector para proyectos productivos que puedan realmente integrar el puerto con la ciudad. A medida que los planes de las agroexportadoras se van consolidando, se hace cada vez más claro que el proyecto original de Puerto Gardella no logró adaptarse a las necesidades del mercado ni de la comunidad.