lunes 21 de abril de 2025 - Edición Nº3123

Sociedad | 30 mar 2025

Memoria y Militancia

La lucha que no termina: el desarme en Argentina y el legado de Adrián Marcenac

A tres meses de la partida de Adrián Marcenac, su incansable militancia por el desarme sigue viva a través de la Red Argentina para el Desarme y la Asociación Alfredo Marcenac. En una entrevista con NDEN, su esposa Mónica Bouyssede y su hija Lucía Marcenac repasan los avances en la causa por el control de armas, a pesar de los recientes retrocesos legislativos. "El desarme no es un tema individual, es un tema colectivo, necesario," remarca Mónica, mostrando cómo la visión de Adrián sigue siendo crucial para la construcción de una sociedad más segura y libre de armas.


A tres meses de la partida de Adrián Marcenac, el 23 de diciembre de 2024, su legado sigue vivo a través de la Red Argentina para el Desarme (RAD) y la Asociación Civil Alfredo Marcenac. En una profunda conversación con NDEN, Mónica Bouyssede, su esposa, y Lucía Marcenac, su hija, repasaron los avances logrados en la lucha por el desarme y los desafíos actuales, en un contexto donde el gobierno promueve la posibilidad de que cualquier joven de 18 años pueda acceder a armas de fuego.

El desarme como política de paz y desarrollo

Mónica destaca la importancia de la lucha que Adrián emprendió por un país más seguro y libre de armas, recordando que, en su visión, "en una sociedad que pretende avanzar hacia una cultura más pacífica, una sociedad más desarrollada como la todos nosotros soñamos, una comunidad con mayor nivel de seguridad, mayor diálogo, es necesario prestar atención a documentos que hablan sobre esta cultura de paz, basada en las 4 D: una democracia consolidada, derechos humanos que se respeten, un nivel de desarrollo humano para todos los sectores y, finalmente, el desarme”.

"Si queremos ser desarrollados debemos pensar en una política de control de armas para garantizar que los conflictos no se resuelvan por la vía de la violencia", agrega Mónica, subrayando que el desarme no es un capricho, sino una necesidad colectiva. "No es un tema individual, es un tema colectivo, necesario", remarca.

La visión de Adrián: el control del acceso a las armas

Lucía, por su parte, recuerda la insistencia de su padre sobre las tres líneas de trabajo fundamentales en el control de armas: el acceso legal, el mercado ilegal y la concientización social. Según ella, Adrián siempre destacaba que el control del acceso a las armas de fuego debía “discutir cuestiones como requisitos, edades, el comercio legal”, ya que la mayoría de las armas ilegales que circulan en el país, en algún momento fueron legales, no provienen del mercado ilícito.

Respecto del mercado, Adrián sostenía que el Estado debe avanzar en la persecución penal de las armas ilegales

Adrián tenía una visión pragmática para entender y anticipar los problemas, una visión más allá de la muerte de su hijo. Mónica relata como ejemplo que "Adrián sostenía que, se necesitan políticas integrales de control de las armas de fuego; si controlamos las municiones, el estado puede tener un registro de cómo circulan las armas o a quiénes abastecen esas armas". Esta lucidez fue clave en su trabajo y, desde la Red Argentina para el Desarme, se valoró su capacidad para identificar las medidas necesarias para lograr una mayor eficiencia en el control.

Retrocesos y resistencias ante la liberalización del acceso a armas

A pesar de los avances conseguidos, el contexto actual muestra un retroceso en la política de desarme, especialmente con la nueva reglamentación que baja la edad para el acceso a armas de 21 a 18 años. "Hoy parece que todo es retroceso, pero hay una cuestión que quedó grabada en la sociedad que es distinta", reflexiona Lucía. Según ella, aunque el gobierno haya implementado el decreto sin consultar a la sociedad, "la mayoría de la población está en desacuerdo", algo que se refleja en diversas encuestas y en la actitud de los medios de comunicación, que ya no respaldan la idea del uso de armas como una solución.

La lucha de Adrián no solo se centraba en promover el desarme, sino también en el control de las armas legales. "Adrián siempre pedía que se aprovechara la ley de Desarme para intimar a los usuarios que tuvieran sus licencias vencidas a regularizar su situación, renovar la licencia o entregar el arma, pero nunca se logró", comenta Mónica, señalando la falta de recursos del estado para llevar adelante estas políticas.

Lucía añade que "el Estado pierde el control sobre las armas que inicialmente fueron legales, porque el acceso a las armas debe renovarse, pero la mayoría de las veces no se hace el trámite posterior". Esta falta de control, según ella, "es indispensable que se recupere, pero nunca se logró avanzar en eso".

El trabajo colectivo en la lucha por el desarme

Mónica y Lucía destacan que el trabajo de Adrián y la familia Marcenac nunca fue individual. "El trabajo colectivo fue fundamental, sin el apoyo de las personas que integran la Asociación civil Alfredo Marcenac como la Red Argentina para el Desarme, no hubiéramos podido sobrevivir al dolor que atravesó nuestra familia” dice Mónica. "Cuando empezamos a participar, no solo nos fortalecimos nosotros como víctimas, sino también a la propia RAD", agrega, subrayando que el apoyo mutuo y la colaboración fueron esenciales para avanzar en la lucha por el desarme.

Lucía también resalta el rol educativo de la Asociación Marcenac y el trabajo realizado en las escuelas con programas de concientización. "A partir de la muerte de Fredy, se dejó en evidencia que los controles a los legítimos usuarios eran nulos", explica Lucía, refiriéndose al cambio que provocó la muerte de su hermano Alfredo. Esa tragedia fue el punto de inflexión que permitió mejorar los controles en el acceso a las armas.

Desarme, datos y conciencia social

"Mi viejo insistía mucho en los datos y para eso los construyó", dice Lucía. La construcción de datos fue clave para lograr que la sociedad tomara conciencia sobre los peligros de la violencia armada. "Hoy seguimos viendo que alrededor de 3000 muertes por armas de fuego ocurren anualmente en el país, y el 75% de ellas son resultado de conflictos interpersonales", señalan las Marcenac, quienes añaden que “1 de 4 femicidios también se da con armas de fuego”.

Adrián también fue responsable de recorrer más de 35 ciudades con el programa de entrega voluntaria de armas. "Él iba a las ciudades, muchas veces con recursos propios, para hacer charlas, concientizar y hablar con sectores legislativos y judiciales", comenta Lucía, destacando su dedicación por llegar a todos los rincones del país para promover la cultura del desarme.

El desarme como respuesta a una sociedad armada

A lo largo de esta conversación, Mónica y Lucía subrayan que Adrián no tenía una visión de venganza ni de justicia armada. “Creemos que su voz contradecía la visión vengativa de la cultura machista.  No era una mujer quien hablaba de Desarme, sino un varón que había perdido a su hijo”, reflexiona Lucía. Adrián, quien venía de un sector rural donde el uso de armas era común, proponía una perspectiva completamente diferente sobre el control de armas en el país.  “Pero más allá de su trabajo para promover la concientización sobre el peligro que ocasionan las armas de fuego en la sociedad civil, Adrián como parte de la RAD destinaron mucho esfuerzo en proponer una legislación que contribuyera al control de las armas. Un gran logro de la RAD fue la promulgación de la ley 27.192 en el año 2015, que reemplazó el RENAR por la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC), que propone una partida presupuestaria propia para poder llevar adelante las políticas de control de armas. Hasta ese momento los fondos para financiar esas tareas de control que debía realizar el Estado, provenían del cobro de tasas por importación y exportación de armas, municiones y explosivos y por el cobro de los formularios a los usuarios de armas. Poco interés iba a tener el ente de control en controlar o desalentar el uso de armas de fuego, ya que cuantos menos formularios se solicitaran, menos dinero tendría para funcionar” ambas sostuvieron.

Además, señala Mónica “eso implica que el personal encargado de autorizar la tenencia de un arma de fuego debe cumplir con seriedad esa función, porque le cabe la responsabilidad de funcionario público si le da esa autorización a un ciudadano que no está en condiciones, como sucedió con el asesino de Alfredo”.

Sin embargo, como señalan, aún queda mucho por hacer para lograr que el control de armas sea efectivo en todos los aspectos de la legislación.

El 6 de julio de 2006, Alfredo Marcenac, hijo de Adrián y Mónica, fue asesinado en la Avenida Cabildo, en Buenos Aires, por una persona que, usando un arma de fuego legalmente autorizada, disparó en plena vía pública. Este devastador acto de violencia se convirtió en un punto de inflexión para Adrián, quien transformó su dolor en un reclamo de justicia y en una lucha colectiva que trascendió su propia tragedia. Junto a Mónica, Adrián lideró una incansable lucha desde la Red Argentina para el Desarme y la Asociación Alfredo Marcenac, impulsando políticas públicas y acciones comunitarias orientadas a prevenir la violencia armada y promover una cultura de paz que evitara muertes como la de su hijo.

La familia Marcenac: Mónica, Adrián, Lucía y Juan en la presentación del documental Desarme realizado por el director argentino Hernán Fernández en 2016. 

 

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias