jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº2734

Política | 4 abr 2020

Opinión de Mónica Bouyssede: "Mujeres que hacen escuela"

Reflexiones sobre la Educación Pública en tiempos del Coronavirus: se trata de una iniciativa de la Jefatura Región 20. En esta nota de opinión, la madre de Alfredo Marcenac y codirectora de la Diplomatura de Educación por la Paz desea que "el cuidado del otro se convierta en un tema central en los diseños curriculares de la educación argentina".


"Estas reflexiones llegan tarde, porque el acuerdo era para el mes de marzo. Y pido disculpas por eso, pero ni mi mente ni mi ánimo podían siquiera imaginar que sería tan difícil ordenar las ideas para escribir en este marzo de pandemia. Por eso, recupero la propuesta de hablar de la EDUCACIÓN PÚBLICA, y agrego: en TIEMPOS DEL CORONAVIRUS.

Estamos atravesando un problema de salud que afecta a toda la humanidad y que figurará en los libros de historia de los próximos años. Ya no seremos los mismos cuando pase la pandemia. Tampoco lo será la educación, quienes se educan y quienes desempeñamos la tarea de educar. El aislamiento social que se ha adoptado como la estrategia preventiva más segura por ahora para evitar el contagio, ha obligado a ensayar opciones que permitan la continuidad del proceso educativo. Hasta la UNESCO ha puesto a disposición de la comunidad educativa internacional algunas herramientas tecnológicas para disminuir el impacto de la suspensión de las clases en más de cien países. Si bien esos dispositivos tecnológicos son valiosos como soporte en los procesos de aprendizaje y aceptables como medidas coyunturales para esta situación de aislamiento, quedan muchas preguntas abiertas y cuestiones por resolver, para convertirlos en el recurso educativo que hoy se pretende que sea.

Por un lado, han quedado al desnudo la exclusión que viven millones de niñas, niños y J (NNy J) en el mundo, privados no sólo del derecho a la educación, sino de muchos otros derechos básicos necesarios para su desarrollo. Según el PNUD, en el mundo más de 650 millones de niñas y niños viven en la pobreza, lo que significa que tampoco tienen acceso al agua potable, a la electricidad y a la vivienda y obviamente, tampoco a la tecnología. En Argentina, la pobreza estructural afecta también a nuestrxs niñas, niños y jóvenes. Según los datos de UNICEF de 2019, “casi la mitad de los 13.102.717 chicos y chicas del país viven en situación de pobreza”. Y según un informe de la Universidad Católica, 4 de cada 10 NN y J bonaerenses, se alimentan en comedores comunitarios, la mayoría en las escuelas.

El trabajo afirma, además, que el 14,5% de los chicos pasaron hambre en el último año, cifra que supera a la media nacional, del 11%(Clarín digital, 26/08/19). En este marco, la brecha social devela que la posibilidad de pensar en la educación a distancia para los niveles educativos obligatorios de muchos países, inclusive el nuestro, resulta una opción materialmente inviable o por lo menos muy lejana.

Además, desde el punto de vista de la constitución de la subjetividad, la escuela se convierte en uno de los únicos espacios sociales de acogimiento y amparo disponibles, un argumento irrebatible en defensa de la educación presencial.

Por otro, se necesita ampliar la comprensión de las TICS en los procesos de enseñanza y analizar la incidencia que tienen las relaciones virtuales en las nuevas configuraciones identitarias y en los procesos cognitivos y de socialización, especialmente en la infancia. La multiplicidad de mensajes e imágenes que circulan por las redes son difíciles de elaborar psíquicamente, llegando a naturalizarse e invisibilizarse comportamientos que pueden dañar a otras personas. Se va opacando la visión del otro, dejamos de verlo como alguien que necesita ser cuidado. La subjetividad y la socialidad no sólo se ven afectadas por las tecnologías de la  comunicación, sino también por un modelo social regido por la economía de mercado, la incentivación del consumo, la productividad y la competencia como valor supremo.

En este escenario, la pandemia llegó para demostrarnos que la tecnología no es la panacea y el individualismo es una práctica social inapropiada para asegurar el bien más esencial al que podemos aspirar como humanidad: la continuidad de la vida. La pandemia interpela los modos de habitar y de explicar el mundo, de relacionarnos con la naturaleza y con los demás; las formas de cuidar y de cuidarnos. En estos días hemos escuchado infinidad de mensajes insistiendo que el cuidado del otro es la condición indispensable para evitar que el virus se propague y para preservar la propia salud. La única esperanza para impedir el contagio es construir una red de cuidados mutuos. No podemos salvarnos solos, la sobrevivencia dependerá de nuestra capacidad de cuidar-NOS. Pero en estos días hemos demostrado en muchas actitudes sociales, las falencias que tenemos al respecto.

La capacidad de cuidar al otro no es innata, hay que aprenderla y por lo tanto, enseñarla.

Y este sí, es un tema que compete a la Educación Pública y a nosotros como educadores.

Porque es necesario discutir objetivos, contenidos y metodologías que forme“cuidadanos” (Najmanovich, 2019), no sólo ciudadanos; personas capaces de convivir y no competir, de aceptar límites a nuestros deseos para garantizar el bienestar de todos,construir con el otro para afrontar las diferencias, los conflictos y la supervivencia futura.

Seguramente después de la pandemia tendremos que revisar las currículas de los diferentes niveles educativos para avanzar en este sentido. El CUIDADO DEL OTRO hasta ahora, salvo en la ESI, aparece más como un valor a lograr que como contenido a estudiar.

¿Qué entendemos por cuidado del otro? ¿Quién es el otro?. ¿Cómo se ha tratado al otro en la historia mundial y en nuestro país en particular? ¿Qué lugar han ocupado las mujeres en esa construcción del otro?. ¿Qué prácticas de cuidado transmitimos en nuestras instituciones educativas, cuando seguimos empeñados en enseñar las guerras mundiales, el uso del poder en la resolución de los conflictos, la violencia como única condición humana posible. Destinamos mucho espacio de la enseñanza para estudiar la violencia que queremos evitar y muy poco para estudiar la Paz que queremos lograr como sociedad. Ni siquiera sabemos definir la paz, las prácticas de cuidado y menos aún resolver los conflictos sin violencia.

Con humildad y profunda convicción, desde hace más de una década formo parte de un equipo docente que está ensayando un recorrido teórico y metodológico en Educación para la Paz, desde una mirada crítica. Una perspectiva con casi nulo desarrollo en los ámbitos académicos y pedagógicos argentinos. Esta exploración se inició con un proyecto de Educación para al Desarme, un tópico de la Educación para la Paz. El Desarme tampoco aparece en los diseños curriculares de los diferentes niveles educativos de nuestro país, a pesar de que la problemática de las armas de fuego produce 8 muertes por día, la mayoría jóvenes, de entre 15 y 24 años de edad y asociadas a la resolución violenta de conflictos.

En Argentina, el 84 % de las 1.618.877 armas registradas pertenecen a civiles (Inecip, 2019), la generalidad adquiridas para defensa personal, lo que implica riesgo para sí mismos y también para terceros. Estos datos, sumados a los registros de cantidad de muertes por accidentes de tránsito en Argentina, 18 por día, (año 2019) y los datos de pobreza ya enunciados, tenemos evidencia suficiente de la dificultad que nuestra sociedad tiene para cuidar al otro. Como ya se ha dicho, el coronavirus puso en foco la importancia de desarrollar esta capacidad. Hasta ahora el problema parecía afectar sólo a un grupo de víctimas; la pandemia lo convirtió en un problema colectivo, de Estado y particularmente de la Educación Pública.

Mi aspiración como docente y como madre de una víctima de las armas de fuego en este país, es que después de estos tiempos difíciles, la cuestión del CUIDADO DEL OTRO se convierta en un tema central en los diseños curriculares de la educación argentina. Seguiré aportando lo que den mis fuerzas para lograrlo.

Mónica Bouyssede
Madre de Alfredo Marcenac, asesinado por un usuario de armas de fuego el 6 de julio de 2006.
Co-Directora de la Diplomatura Universitaria en Educación para la Paz y el abordaje de la Conflictividad Social (FACSO- UNICEN, Quequén)

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